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Salmos 44 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017


Al director musical. Masquil de los hijos de Coré.

1 Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados:

2 Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros padres los hiciste prosperar.

3 Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.

4 Solo tú eres mi rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob!

5 Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores.

6 Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria;

7 tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios.

8 ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre! Selah

9 Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios.

11 Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren, nos has dispersado entre las naciones.

12 Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta.

13 Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.

14 Has hecho que seamos el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros.

15 La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza

16 por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza.

17 Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto.

18 No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda.

19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales; ¡nos envolviste en la más densa oscuridad!

20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño,

21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos?

22 Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?

25 Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.

26 Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!

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