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Mateo 21 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017


La entrada triunfal

21:1-9 – Mr 11:1-10; Lc 19:29-38
21:4-9 – Jn 12:12-15

1 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos

2 con este encargo: «Id a la aldea que tenéis enfrente, y ahí mismo encontraréis una burra atada, y un burrito con ella. Desatadlos y traédmelos.

3 Si alguien os comenta algo, respondedle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá».

4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:

5 «Decid a la hija de Sión: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga”».

6 Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús.

7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús.

8 Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino.

9 Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: ―¡Hosanna al Hijo de David! ―¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ―¡Hosanna en las alturas!

10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. ―¿Quién es este? —preguntaban.


Jesús en el templo

21:12-16 – Mr 11:15-18; Lc 19:45-47

11 ―Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.

12 Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.

13 «Escrito está —les dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”; pero vosotros la estáis convirtiendo en “cueva de ladrones”».

14 Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

15 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron.

16 ―¿Oyes lo que esos están diciendo? —protestaron. ―Claro que sí —respondió Jesús—; ¿no habéis leído nunca: »“En los labios de los pequeños y de los niños de pecho has puesto la perfecta alabanza”?»


Se seca la higuera

21:18-22 – Mr 11:12-14,20-24

17 Entonces los dejó y, saliendo de la ciudad, se fue a pasar la noche en Betania.

18 Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre.

19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. ―¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera.

20 Los discípulos se asombraron al ver esto. ―¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos.

21 ―Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis —respondió Jesús—, no solo haréis lo que he hecho con la higuera, sino que podréis decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará.


La autoridad de Jesús puesta en duda

21:23-27 – Mr 11:27-33; Lc 20:1-8

22 Si creéis, recibiréis todo lo que pidáis en oración.

23 Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. ―¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?

24 ―Yo también voy a haceros una pregunta. Si me la respondéis, os diré con qué autoridad hago esto.

25 El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra? Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?”

26 Pero, si decimos: “De la tierra”… tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta». Así que le respondieron a Jesús:


Parábola de los dos hijos

27 ―No lo sabemos. ―Pues yo tampoco os voy a decir con qué autoridad hago esto.

28 »¿Qué os parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”.

29 “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue.

30 Después el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue.

31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?» ―El primero —contestaron ellos. Jesús les dijo: ―Os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de vosotros hacia el reino de Dios.


Parábola de los labradores malvados

21:33-46 – Mr 12:1-12; Lc 20:9-19

32 Porque Juan fue enviado a vosotros para señalaros el camino de la justicia, y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, no os arrepentisteis para creer en él.

33 »Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje.

34 Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de estos lo que le correspondía.

35 Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.

36 Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.

37 »Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!”

38 Pero, cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con su herencia”.

39 Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.

40 »Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?»

41 ―Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron—, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.

42 Les dijo Jesús: ―¿No habéis leído nunca en las Escrituras: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”?

43 »Por eso os digo que se os quitará el reino de Dios y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino.

44 El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado y, si ella cae sobre alguien, lo hará polvo».

45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos.

46 Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente, porque esta lo consideraba un profeta.

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