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Salmos 78 - Biblia Nacar-Colunga

1 MaskiL De Asaf5. Atiende, pueblo mío, a mi enseñanza, dad vuestros oídos a las palabras de mi boca.

2 Abriré en sentencias mi boca, evocaré los arcanos del pasado:

3 lo que hemos oído y sabemos, lo que nos contaron nuestros padres,

4 No lo encubriremos a sus hijos, contando a las generaciones posteriores las glorias de Yahvé y su poderío y los nuestros padres enseñar a sus hijos,

5 (TEXTO OMITIDO)

6 para que las conociese la generación venidera, y los hijos que habían de nacer se las contasen a sus propios hijos;'

7 para que éstos pusieran en Dios su confianza, y no olvidasen las gestas de Dios, y guardasen sus mandatos,

8 y no se hiciesen como sus padres, gente contumaz y rebelde, generación de corazón inconstante y de espíritu infiel a su Dios.

9 Los hijos de Efraím, muy diestros arqueros, volvieron la espalda el día del combate.

10 No guardaron la alianza de Dios y rehusaron seguir su ley.

11 Dieron al olvido sus gestas y las maravillas que les hizo ver.

12 Ante sus padres habría obrado portentos en la tierra de Egipto, en el campo cíe Tanis.

13 Hendió el mar para darles paso, y paró las aguas corno si les pusiera un dique.

14 Los guiaba de día en la nube, y durante toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las rocas en el desierto y les dio a beber copiosas aguas9.

16 Hizo salir arroyos de la piedra, hizo correr las aguas como ríos.

17 Y, con todo, volvieron a pecar contra El y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto.

18 Tentaron a Dios en su corazón y pidieron comida a su gusto.

19 Hablaron contra Dios, diciendo: “¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?”

20 Hirió la peña, y brotaron las aguas y fluyeron torrentes. “Pero ¿podrá también darnos pan y preparar en el desierto carne a su pueblo?”

21 Oyólo Yahvé y se indignó, y fuego se encendió contra Jacob y subió la ira contra Israel.

22 Porque no creían en Dios y no confiaban en su salvación.

23 Dio orden a las nubes en lo alto, abrió las puertas del cielo.

24 Y llovió sobre ellos el maná para que comieran, dándoles trigo de los cielos.

25 Comió el hombre pan de fuertes, y les dio comida hasta la saciedad.

26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder hizo venir el austro,

27 y llover como polvo sobre ellos la carne, como arenas del mar aves aladas.

28 Hízolas caer dentro del campamento y en derredor de las tiendas de éste.

29 Y comieron y se hartaron del todo, y así les dio lo que ansiaban.

30 Pero apenas habían acabado de saciar su avidez y aún tenían en su boca la comida,

31 cuando montó en cólera Dios contra ellos, e hirió de muerte a los robustos y abatió a la flor de Israel.

32 Con todo, volvieron a pecar y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Y consumió en un soplo sus días, y sus años con súbitos terrores.

34 Cuando los hería de muerte, le buscaban, se convertían y se apresuraban hacia Dios,

35 acordándose que era Dios su roca, y el Altísimo su redentor.

36 Y le halagaban con su boca, pero con su lengua le mentían,

37 y su corazón no era constante hacia El, ni eran fieles a su alianza.

38 Pero es misericordioso y perdonaba la iniquidad, y no los exterminó, refrenando muchas veces su ira para que no se desfogara su cólera.

39 Se acordó de que eran carne, un soplo que pasa y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces le provocaron en el desierto y le contristaron en la soledad!

41 Volvieron a tentar a Dios y enojaron al Santo de Israel.

42 No se acordaban de su mano ni del día en que los redimió de la opresión,

43 ni de cómo obró en Egipto sus prodigios, y sus portentos en la región de Tanis,

44 mudando sus ríos en sangre para que no pudieran beber de sus canales;'

45 mandando contra ellos tábanos que los devorasen y ranas que los infestasen;'

46 dando sus cosechas al pulgón, y los frutos de sus fatigas a la langosta;'

47 devastando con el granizo sus viñas, y sus sicómoros con la piedra;'

48 dando al pedrisco sus ganados, y al rayo sus rebaños.

49 Derramó sobre ellos el ardor de su cólera, la ira, el furor, la angustia, como un tropel de malignos espíritus.

50 Dio vía libre a su enojo; ni substrajo sus almas a la muerte, y abandonó sus vidas a la peste,'

51 e hirió a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias viriles en las tiendas de Cam.

52 En cambio, sacó a su pueblo como un rebaño y los condujo como grey por el desierto,

53 guiándolos seguros y sin temor, mientras cubría el mar a sus enemigos.

54 Los llevó hasta su santa frontera, al monte este que su diestra conquistó.

55 Arrojó ante ellos a las naciones, y, dividiendo en lotes su heredad, hizo habitar en las tiendas de aquéllos a las tribus de Israel.

56 Pero tentaron e irritaron al Dios Altísimo y no guardaron sus mandatos.

57 Se extraviaron y fueron infieles como sus padres, y se volvieron como arco engañoso.

58 Le irritaron con sus altos y le provocaron con sus esculturas.

59 Lo oyó Dios y se indignó, tomando gran aversión a Israel.

60 Y abandonó el tabernáculo de Silo, la tienda de su morada entre los hombres.

61 Entregó a la cautividad su fuerza, y su magnificencia a las manos del opresor.

62 Entregó su pueblo a la espada y se enfureció contra su heredad.

63 Devoró el fuego a sus jóvenes, y sus vírgenes no tuvieron canto nupcial.

64 Sus sacerdotes cayeron bajo la espada, sin que los lloraran sus viudas.

65 Mas despertóse entonces el Señor corno quien duerme, corno el valiente dominado por el vino,

66 e hirió a sus opresores por la espalda, cubriéndoles de eterna ignominia.

67 Y tomó aversión a la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím,

68 sino que escogió a la tribu de Judá, el monte de Sión, monte de su predilección.

69 Edificó su santuario alto como los cielos y (firme) como la tierra, que cimentó por los siglos.

70 ? eligió a David, su siervo, y le tomó de las majadas de las ovejas;'

71 de tras de las ovejas de cría le tomó para que apacentase a Jacob, su pueblo; a Israel, su heredad.'

72 Y él con corazón íntegro los apacentó, y las condujo con la prudencia de sus manos.

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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

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