Salmos 28 - Biblia Nacar-Colunga1 De David. A ti clamo, ¡oh Yahvé! mi roca. No te desentiendas de mí *, no sea que, haciéndote el mudo respecto de mí, me asemeje a los que bajan a la fosa. 2 Oye la voz de mis súplicas cuando clamo a ti y elevo mis manos a tu santo recinto. 3 No me arrebates juntamente con los malvados, con los obradores de iniquidad, los que hablan paz a su prójimo, mientras está su corazón lleno de maldad. 4 Retribuyelos conforme a sus obras, conforme a la malicia de sus acciones; págales conforme a la obra de sus manos, dales su merecido.' 5 Porque no atienden a las obras de Yahvé, a la obra de sus manos. Los derribará y no los reedificará. 6 ¡Bendito sea Yahvé, porque ha escuchado la voz de mis súplicas! 7 Yahvé es mi fortaleza y mi escudo; en El confió mi corazón y fui socorrido; y mi corazón salta de gozo, y le alabaré con mis cánticos.' 8 Es Yahvé la fortaleza de su pueblo, es el salvador escudo de su ungido. 9 ¡Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y levántalos por siempre! |
Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©