Isaías 1 - Biblia Castilian 20031 Visión que tuvo Isa as, hijo de Amón, acerca de Judá y de Jerusalén, en tiempos de Oz as, Jotán, Ajaz y Ezequ as, reyes de Judá. 2 Escucha, cielo; atiende, tierra que habla Yahveh: hijos crié y eduqué, y ellos se rebelaron contra m. 3 Conoce el buey a su due o y el asno el pesebre de su amo; Israel no conoce, mi pueblo no entiende. 4 ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, ralea de malhechores, hijos corrompidos! Abandonaron a Yahveh, despreciaron al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5 ¿Dónde golpearos aún si segu s rebelándoos? Toda la cabeza está enferma, todo el corazón extenuado. 6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él parte sana: golpes, contusiones, heridas recientes, ni limpiadas, ni vendadas, ni aliviadas con aceite. 7 Vuestro pa s, un desierto; vuestras ciudades, incendiadas; vuestra tierra, ante vosotros, extranjeros la devoran. Es un desierto, como una destrucción a mano de extranjeros. 8 La hija de Sión ha quedado como caba a en vi a, como choza en melonar, como ciudad sitiada. 9 Si Yahveh Sebaot no nos hubiera dejado un resto, ser amos como Sodoma, semejantes a Gomorra. 10 Escuchad la palabra de Yahveh, jefes de Sodoma; o d la ense anza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: 11 ¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? - dice Yahveh -. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y cabritos no me agrada. 12 Cuando ven s a presentaros a m, ¿quién os ha pedido que pisarais mis atrios? 13 No sigáis trayendo vana ofrenda, el incienso me es abominable. Novilunios, sábados, asambleas: festividad con crimen no la soporto. 14 Vuestros novilunios y vuestras solemnidades yo las detesto; son para m una carga que ya estoy cansado de llevar. 15 Cuando extendáis vuestras palmas, me taparé los ojos; aunque multipliquéis las oraciones, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre: 16 lavaos, purificaos, apartad vuestras malas acciones de delante de mis ojos; cesad de obrar el mal, 17 aprended a obrar el bien; buscad lo que es justo, enderezad lo violento; defended al huérfano, proteged a la viuda. 18 Venid, pues, y discutamos, - dice Yahveh -: si son vuestros pecados como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos como el carm n, se volverán como la lana. 19 Si queréis obedecer, lo mejor del pa s comeréis; 20 si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. - Ha hablado la boca de Yahveh -. 21 ¡Ay, cómo se volvió prostituta la Villa Fiel! Estaba repleta de derecho, en ella se albergaba la justicia; pero ahora, asesinos. 22 Tu plata se ha vuelto escoria; tu vino está aguado. 23 Tus pr ncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. No defienden al huérfano, la causa de la viuda no llega a ellos. 24 Por eso - oráculo del Se or, Yahveh Sebaot, el Fuerte de Israel -¡ah!, tomaré satisfacción de mis adversarios, me vengaré de mis enemigos. 25 Volveré mi mano contra ti, limpiaré, como la lej a, tus escorias, apartaré toda la ganga. 26 Haré a tus jueces como eran al principio; a tus consejeros, como al comienzo. Después te llamarán Ciudad de Justicia, Villa Fiel. 27 Sión será rescatada por el derecho; y sus convertidos, por la justicia. 28 ¡Ruina sobre rebeldes y pecadores a la vez! Los que abandonaron a Yahveh perecerán. 29 S, os avergonzaréis de los terebintos que habéis apreciado, sentiréis bochorno por los jardines que habéis elegido. 30 Pues seréis como terebinto de follaje marchito, y como jard n que carece de agua. 31 Será como estopa el hombre robusto y su obra, chispa; arderán a una los dos sin que nadie los apague. |
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