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Zacarías 8 - Biblia de las Americas 1997

Futura paz y prosperidad de Sión

1 Y vino la palabra del Señor de los ejércitos, diciendo:

2 Así dice el Señor de los ejércitos: «He celado a Sión con gran celo, sí, con gran furor la he celado».

3 Así dice el Señor: «Volveré a Sión y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo».

4 Así dice el Señor de los ejércitos: «Aún se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano por causa de sus muchos días.

5 Y las calles de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles».

6 Así dice el Señor de los ejércitos: «Si en aquellos días esto parece muy difícil a los ojos del remanente de este pueblo, ¿será también muy difícil a mis ojos?» —declara el Señor de los ejércitos.

7 Así dice el Señor de los ejércitos: «He aquí, salvaré a mi pueblo de la tierra del oriente y de la tierra donde se pone el sol;

8 y los traeré y habitarán en medio de Jerusalén; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad y en justicia».

9 Así dice el Señor de los ejércitos: «Sean fuertes vuestras manos, vosotros que escucháis en estos días estas palabras de la boca de los profetas, los cuales hablaron el día en que se pusieron los cimientos de la casa del Señor de los ejércitos para la reedificación del templo.

10 Porque antes de aquellos días no había paga para hombre ni paga para el ganado; y no había paz para el que salía o entraba a causa del enemigo, y yo puse a todos los hombres unos contra otros.

11 Pero ahora yo no trataré al remanente de este pueblo como en los días pasados» —declara el Señor de los ejércitos.

12 «Porque habrá simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su producto y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo herede todas estas cosas.

13 Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré para que seáis bendición. No temáis, mas sean fuertes vuestras manos».

14 Porque así dice el Señor de los ejércitos: «Tal como me propuse haceros mal cuando vuestros padres me hicieron enojar» —dice el Señor de los ejércitos— «y no me he arrepentido,

15 así me he propuesto en estos días volver a hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá. ¡No temáis!

16 Estas son las cosas que debéis hacer: decid la verdad unos a otros, juzgad con verdad y con juicio de paz en vuestras puertas,

17 no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio» —declara el Señor.

18 Entonces la palabra del Señor de los ejércitos vino a mí, diciendo:

19 Así dice el Señor de los ejércitos: «El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo, alegría y fiestas alegres. Amad, pues, la verdad y la paz».

20 Así dice el Señor de los ejércitos: «Y será que aun vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades;

21 y los habitantes de una irán a otra, diciendo: “Vamos sin demora a implorar el favor del Señor, y a buscar al Señor de los ejércitos. Yo también iré”.

22 Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar al Señor de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor del Señor».

23 Así dice el Señor de los ejércitos: «En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán el vestido de un judío, diciendo: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” ».

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