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Santiago 3 - Biblia de las Americas 1997

El poder de la lengua

1 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo.

2 Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

3 Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo.

4 Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto quiere.

5 Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!

6 Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida.

7 Porque todo género de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se puede domar y ha sido domado por el género humano,

8 pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.

9 Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios;

10 de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

11 ¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga?

Sabiduría de lo alto

12 ¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.

13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría.

14 Pero si tenéis celos amargos y ambición personal en vuestro corazón, no seáis arrogantes y así mintáis contra la verdad.

15 Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica.

16 Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala.

17 Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía.

18 Y la semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz.

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La Biblia de las América

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