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Salmos 78 - Biblia de las Americas 1997

SALMO 78Masquil de Asaf.

Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel

1 Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 En parábolas abriré mi boca; hablaré enigmas de la antigüedad,

3 que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.

4 No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su poder y las maravillas que hizo.

5 Porque Él estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos;

6 para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y estos se levantaran y lo contaran a sus hijos,

7 para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos;

8 y no fueran como sus padres, una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.

9 Los hijos de Efraín eran arqueros bien equipados, pero volvieron las espaldas el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley;

11 olvidaron sus obras, y los milagros que les había mostrado.

12 Él hizo maravillas en presencia de sus padres, en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar, y contuvo las aguas como en un montón.

14 Después los guió de día con la nube, y toda la noche con un resplandor de fuego.

15 Partió las rocas en el desierto, y les dio agua tan abundante como las profundidades del océano;

16 hizo salir corrientes de la peña, e hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún siguieron pecando contra Él, rebelándose contra el Altísimo en el desierto.

18 Y en sus corazones tentaron a Dios, pidiendo comida a su gusto.

19 Hablaron contra Dios, y dijeron: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?

20 He aquí, hirió la roca y brotaron aguas, y torrentes se desbordaron; ¿podrá también dar pan?, ¿proveerá carne para su pueblo?

21 Por tanto, al oírlo, el Señor se indignó; un fuego se encendió contra Jacob, y aumentó también la ira contra Israel,

22 porque no creyeron en Dios, ni confiaron en su salvación.

23 Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos;

24 hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo.

25 Pan de ángeles comió el hombre; Dios les mandó comida hasta saciarlos.

26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur,

27 Él hizo llover sobre ellos carne como polvo, aladas aves como la arena de los mares,

28 y las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus viviendas.

29 Comieron y quedaron bien saciados, y les concedió su deseo.

30 Antes de que hubieran satisfecho su deseo, mientras la comida aún estaba en su boca,

31 la ira de Dios se alzó contra ellos y mató a algunos de los más robustos, y subyugó a los escogidos de Israel.

32 A pesar de todo esto, todavía pecaron y no creyeron en sus maravillas.

33 Él, pues, hizo terminar sus días en vanidad, y sus años en terror súbito.

34 Cuando los hería de muerte, entonces le buscaban, y se volvían y buscaban con diligencia a Dios;

35 se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su Redentor.

36 Mas con su boca le engañaban, y con su lengua le mentían.

37 Pues su corazón no era leal para con Él, ni eran fieles a su pacto.

38 Mas Él, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor.

39 Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra Él en el desierto, y le entristecieron en las soledades!

41 Tentaron a Dios una y otra vez, y afligieron al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario,

43 cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán.

44 Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían.

46 Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta.

47 Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha.

48 Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos.

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores.

50 Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga,

51 e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.

52 Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto;

53 los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos.

54 Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido.

55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

56 Empero ellos tentaron y provocaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios,

57 sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; se desviaron como arco engañoso.

58 Pues le provocaron con sus lugares altos, y despertaron sus celos con sus imágenes talladas.

59 Al oírlo Dios, se indignó, y aborreció a Israel en gran manera.

60 Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres,

61 y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario.

62 Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad.

63 El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar.

65 Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino,

66 e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua.

67 Desechó también la tienda de José, y no escogió a la tribu de Efraín,

68 sino que escogió a la tribu de Judá, al monte Sión que Él amaba.

69 Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que ha fundado para siempre.

70 Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas;

71 lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad.

72 Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, y los guió con la destreza de sus manos.

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