x

Biblia Todo Logo
idiomas
La Biblia Online

«

Marcos 12 - Biblia de las Americas 1997

Parábola de los labradores malvados

1 Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.

2 Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña.

3 Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.

4 De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente.

5 Y envió a otro y a este lo mataron; y así con otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.

6 Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: «Respetarán a mi hijo».

7 Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: «Este es el heredero; ¡venid, matémosle, y la heredad será nuestra!».

8 Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

9 ¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros.

10 ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: «La piedra que desecharon los constructores, esa, en piedra angular se ha convertido;

11 esto fue hecho de parte del Señor, y es maravilloso a nuestros ojos»?

El pago del impuesto al César

12 Y procuraban prenderle, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron.

13 Y le enviaron* algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprenderle en alguna palabra.

14 Y cuando ellos llegaron*, le dijeron*: Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no?

15 ¿Pagaremos o no pagaremos? Pero Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo.

16 Se lo trajeron, y Él les dijo*: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César.

Pregunta sobre la resurrección

17 Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de Él.

18 Y algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección) se le acercaron*, y le preguntaban, diciendo:

19 Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si el hermano de alguno muere y deja mujer y no deja hijo, que su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano.

20 Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.

21 Y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero;

22 y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer.

23 En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer.

24 Jesús les dijo: ¿No es esta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios?

25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos.

26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le habló, diciendo: «Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob»?

El mandamiento supremo

27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados.

28 Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les había contestado bien, le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?

29 Jesús respondió: El más importante es: «Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es;

30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza».

31 El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro mandamiento mayor que estos.

32 Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que Él es uno, y no hay otro además de Él;

33 y que amarle con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y los sacrificios.

Jesús, Hijo y Señor de David

34 Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas.

35 Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

36 David mismo dijo por el Espíritu Santo: «El Señor dijo a mi Señor: “siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies” ».

Advertencia contra los escribas

37 David mismo le llama «Señor». ¿En qué sentido es, pues, su hijo? Y la gran multitud le escuchaba con gusto.

38 Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas,

39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes;

La ofrenda de la viuda

40 que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación.

41 Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.

42 Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante.

43 Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro;

44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.

»
La Biblia de las América

Copyright (c) 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation

Síguenos en:




Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos