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Marcos 1 - Biblia de las Americas 1997

Predicación de Juan el Bautista

1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

2 Como está escrito en el profeta Isaías: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino.

3 Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas».

4 Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.

5 Y acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.

6 Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre.

7 Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.

Bautismo y tentación de Jesús

8 Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.

9 Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.

10 E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía sobre Él;

11 y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.

12 Enseguida el Espíritu le impulsó* a ir al desierto.

Jesús principia su ministerio

13 Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.

14 Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios,

Llamamiento de los primeros discípulos

15 y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.

16 Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores.

17 Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres.

18 Y dejando al instante las redes, le siguieron.

19 Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.

Jesús enseña en Capernaúm

20 Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

21 Entraron* en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar.

22 Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

23 Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar,

24 diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.

25 Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!

26 Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él.

27 Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.

Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros

28 Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.

29 Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.

30 Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron* de ella.

31 Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.

32 A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.

33 Y toda la ciudad se había amontonado a la puerta.

Jesús recorre Galilea

34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él.

35 Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba.

36 Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle;

37 le encontraron y le dijeron*: Todos te buscan.

38 Y Él les dijo*: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí, porque para eso he venido.

Curación de un leproso

39 Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.

40 Y vino* a Él un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.

41 Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo*: Quiero; sé limpio.

42 Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.

43 Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió,

44 y le dijo*: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.

45 Pero él, en cuanto salió, comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a Él de todas partes.

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