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Levítico 24 - Biblia de las Americas 1997

Las lámparas y los panes del santuario

1 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:

2 Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para hacer arder la lámpara continuamente.

3 Fuera del velo del testimonio, en la tienda de reunión, Aarón las dispondrá para que ardan desde el anochecer hasta la mañana delante del Señor continuamente; será estatuto perpetuo para todas vuestras generaciones.

4 Mantendrá las lámparas en orden en el candelabro de oro puro, continuamente delante del Señor.

5 Tomarás flor de harina y con ella cocerás doce tortas; en cada torta habrá dos décimas de efa.

6 Y las colocarás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa de oro puro delante del Señor.

7 Y en cada hilera pondrás incienso puro, para que sea porción memorial del pan, una ofrenda encendida para el Señor.

8 Cada día de reposo, continuamente, se pondrá en orden delante del Señor; es un pacto eterno para los hijos de Israel.

Castigo del blasfemo

9 Y será para Aarón y para sus hijos, y lo comerán en un lugar santo; porque lo tendrá como cosa muy sagrada de las ofrendas encendidas para el Señor, por derecho perpetuo.

10 El hijo de una mujer israelita, cuyo padre era egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la israelita y un hombre de Israel lucharon en el campamento.

11 Y el hijo de la israelita blasfemó el Nombre, y maldijo. Entonces lo llevaron a Moisés. (El nombre de su madre era Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan.)

12 Y lo pusieron en la cárcel, hasta que se les aclarara la palabra del Señor.

13 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:

14 Saca fuera del campamento al que maldijo, y que todos los que lo oyeron pongan las manos sobre su cabeza, y que toda la congregación lo apedree.

15 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: «Si alguien maldice a su Dios, llevará su pecado.

16 Además, el que blasfeme el nombre del Señor, ciertamente ha de morir; toda la congregación ciertamente lo apedreará. Tanto el forastero como el nativo, cuando blasfeme el Nombre, ha de morir.

17 »Si un hombre quita la vida a cualquier ser humano, ciertamente ha de morir.

18 Y el que quite la vida a un animal lo restituirá, vida por vida.

19 Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará:

20 fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará.

21 El que mate un animal, lo restituirá, pero el que mate a un hombre, ha de morir.

22 Habrá una misma ley para vosotros; será tanto para el forastero como para el nativo; porque yo soy el Señor vuestro Dios».

23 Moisés entonces habló a los hijos de Israel, y ellos sacaron fuera del campamento al que había maldecido, y lo apedrearon. Los hijos de Israel hicieron tal como el Señor había mandado a Moisés.

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