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Jeremías 50 - Biblia de las Americas 1997

Profecía sobre Babilonia

1 Palabra que el Señor habló acerca de Babilonia, la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías:

2 Anunciadlo entre las naciones y hacedlo oír; levantad estandarte, hacedlo oír. No lo ocultéis, sino decid: «Ha sido tomada Babilonia, está avergonzado Bel, destrozado Merodac; han sido avergonzadas sus imágenes, destrozados sus ídolos».

3 Porque ha subido contra ella una nación del norte que hará de su tierra objeto de horror, y no habrá habitante en ella. Tanto hombres como animales habrán huido, se habrán ido.

4 En aquellos días y en aquel tiempo —declara el Señor— vendrán los hijos de Israel, ellos junto con los hijos de Judá; vendrán andando y llorando, y al Señor su Dios buscarán.

5 Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros; vendrán para unirse al Señor en un pacto eterno que no será olvidado.

6 Ovejas perdidas ha venido a ser mi pueblo; sus pastores las han descarriado, haciéndolas vagar por los montes; han andado de monte en collado y han olvidado su lugar de descanso.

7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y sus enemigos han dicho: «No somos culpables, porque ellos han pecado contra el Señor, morada de justicia, el Señor, esperanza de sus padres».

8 Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos; sed como machos cabríos al frente del rebaño.

9 Porque he aquí, yo hago despertar y subir contra Babilonia una horda de grandes naciones de la tierra del norte, que se alinearán para la batalla contra ella; desde allí será llevada cautiva. Sus flechas serán como de diestro guerrero que no vuelve con las manos vacías.

10 Y Caldea se convertirá en botín; todos los que la saqueen se saciarán —declara el Señor.

11 Porque os alegráis, porque os regocijáis, saqueadores de mi heredad, porque saltáis como novilla trilladora y relincháis como caballos sementales,

12 vuestra madre se avergonzará en gran manera, será humillada la que os dio a luz. He aquí, será la última de las naciones: desierto, sequedal y yermo.

13 A causa del enojo del Señor, no será habitada, sino que estará desolada toda ella; todo el que pase por Babilonia se quedará atónito y silbará a causa de todas sus heridas.

14 Poneos en orden contra Babilonia en derredor, todos los que entesáis el arco; tirad contra ella, no escatiméis las flechas, porque ha pecado contra el Señor.

15 Alzad grito de guerra contra ella en derredor. Se ha rendido, caen sus columnas, son derribadas sus murallas. Porque esta es la venganza del Señor: tomad venganza de ella; como ella ha hecho, así haced con ella.

16 Exterminad de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz en tiempo de la siega; ante la espada opresora, cada uno volverá a su pueblo, cada uno huirá a su tierra.

17 Rebaño descarriado es Israel; los leones lo han ahuyentado. Primero lo devoró el rey de Asiria, y después Nabucodonosor, rey de Babilonia, quebró sus huesos.

18 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «He aquí, castigaré al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria.

19 Y volveré a traer a Israel a su pastizal, y pacerá en el Carmelo y en Basán, y se saciarán sus deseos en la región montañosa de Efraín y en Galaad.

20 En aquellos días y en aquel tiempo» —declara el Señor— «se buscará la iniquidad de Israel, pero no habrá ninguna, y los pecados de Judá, pero no se hallarán; porque perdonaré a los que yo haya dejado como remanente».

21 Sube contra la tierra de Merataim, contra ella y contra los habitantes de Pecod. Mátalos y destrúyelos —declara el Señor— y haz conforme a todo lo que te he ordenado.

22 ¡Estruendo de guerra en el país, y gran destrucción!

23 ¡Cómo ha sido cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo se ha convertido Babilonia en objeto de horror entre las naciones!

24 Babilonia, te puse lazo, y fuiste atrapada, y tú no te diste cuenta; has sido sorprendida y apresada porque te pusiste a provocar al Señor.

25 El Señor ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su indignación, porque esta es obra del Señor, Dios de los ejércitos, en la tierra de los caldeos.

26 Venid contra ella desde los últimos confines; abrid sus graneros, convertidla en montones y destruidla por completo; que no le quede nada.

27 Pasad a espada todos sus novillos; que desciendan al matadero. ¡Ay de ellos, porque ha llegado su día, la hora de su castigo!

28 Se oye la voz de los fugitivos y evadidos de la tierra de Babilonia anunciando en Sión la venganza del Señor nuestro Dios, la venganza de su templo.

29 Reclutad arqueros contra Babilonia, a todos los que entesan el arco; acampad contra ella por todos lados, que no haya escape. Dadle el pago conforme a su obra; conforme a todo lo que ha hecho, así haced con ella; porque se ha vuelto insolente contra el Señor, contra el Santo de Israel.

30 Por tanto sus jóvenes caerán en sus calles, y todos sus hombres de guerra serán silenciados en aquel día —declara el Señor.

31 He aquí, estoy contra ti, arrogante, —declara el Señor, Dios de los ejércitos— porque ha llegado tu día, la hora en que te castigaré.

32 Y la arrogante tropezará y caerá sin que nadie la levante; y prenderé fuego a sus ciudades, el cual devorará todos sus alrededores.

33 Así dice el Señor de los ejércitos: Oprimidos están los hijos de Israel y los hijos de Judá a una; todos los que los tomaron cautivos los han retenido, se han negado a soltarlos.

34 Pero su Redentor es fuerte, el Señor de los ejércitos es su nombre; defenderá su causa con energía para traer reposo a la tierra y turbación a los habitantes de Babilonia.

35 Espada contra los caldeos —declara el Señor— y contra los habitantes de Babilonia, contra sus oficiales y sus sabios.

36 Espada contra los impostores, y se volverán necios. Espada contra sus valientes, y serán destrozados.

37 Espada contra sus caballos y contra sus carros, y contra todos los extranjeros que están en medio de ella, y serán como mujeres. Espada contra sus tesoros, y serán saqueados.

38 Sequía sobre sus aguas, y se secarán; porque es una tierra de ídolos, y se vuelven locos por sus horribles ídolos.

39 Por tanto, allí vivirán las fieras del desierto junto con las hienas, también vivirán avestruces en ella; nunca más será habitada ni poblada por generación y generación.

40 Como cuando Dios destruyó a Sodoma, a Gomorra y a sus ciudades vecinas —declara el Señor— ningún hombre habitará allí, ni residirá en ella hijo de hombre.

41 He aquí, un pueblo viene del norte, una gran nación, y muchos reyes se levantarán de los confines de la tierra.

42 Empuñan arco y jabalina; son crueles y no tienen misericordia. Su voz ruge como el mar, y a caballo van montados, alineados como un solo hombre para la batalla contra ti, hija de Babilonia.

43 Ha oído el rey de Babilonia noticias de ellos, y flaquean sus manos; la angustia se ha apoderado de él, agonía como de mujer de parto.

44 He aquí que uno subirá como león de la espesura del Jordán a un pastizal de perenne verdor, y en un instante le haré huir de él, y al que sea escogido nombraré sobre él. Porque ¿quién es como yo y quién me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que me podrá resistir?

45 Por tanto, oíd el plan que el Señor ha trazado contra Babilonia, y los designios que ha decretado contra la tierra de los caldeos; ciertamente los arrastrarán, aun a los más pequeños del rebaño; ciertamente a causa de ellos hará una desolación de su pastizal.

46 Al grito de ¡Babilonia ha sido tomada!, la tierra tiembla y el clamor se oye entre las naciones.

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