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Jeremías 42 - Biblia de las Americas 1997

Jeremías se opone a la huida a Egipto

1 Entonces se acercaron todos los capitanes de las tropas, Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

2 y dijeron al profeta Jeremías: Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al Señor tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos,

3 para que el Señor tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer.

4 Entonces el profeta Jeremías les dijo: Os he oído. He aquí, voy a orar al Señor vuestro Dios conforme a vuestras palabras, y todas las palabras que el Señor os responda, yo os las declararé. No os ocultaré palabra alguna.

5 Y ellos dijeron a Jeremías: Que el Señor sea un testigo veraz y fiel contra nosotros si no obramos conforme a toda palabra que el Señor tu Dios te mande para nosotros.

6 Sea buena o mala, escucharemos la voz del Señor nuestro Dios a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del Señor nuestro Dios.

7 Y sucedió que al cabo de diez días, vino la palabra del Señor a Jeremías.

8 Entonces llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los capitanes de las tropas que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

9 y les dijo: Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis para presentar delante de Él vuestra súplica:

10 «Si os quedáis en esta tierra, entonces os edificaré y no os derribaré, os plantaré y no os arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.

11 No temáis al rey de Babilonia, a quien teméis; no le temáis» —declara el Señor— «porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su mano.

12 También tendré compasión de vosotros, para que él tenga compasión de vosotros y os restaure a vuestra tierra.

13 Pero si decís: “No nos quedaremos en esta tierra”, no obedeciendo así la voz del Señor vuestro Dios,

14 diciendo: “No, sino que iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allí nos quedaremos”;

15 en este caso, oíd la palabra del Señor, remanente de Judá. Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Si os obstináis en entrar en Egipto, y entráis para residir allí,

16 entonces sucederá que la espada que vosotros teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre que os preocupa, os seguirá de cerca allí en Egipto, y allí moriréis.

17 Así pues, todos los hombres que se obstinen en ir a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no les quedará sobreviviente ni quien escape del mal que voy a traer sobre ellos” ».

18 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Como se derramó mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre vosotros cuando entréis en Egipto. Y seréis motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio; y no veréis más este lugar.

19 El Señor os ha hablado, remanente de Judá: No entréis en Egipto. Sabedlo bien, que hoy lo he declarado contra vosotros.

20 Porque os engañáis a vosotros mismos, pues fuisteis vosotros los que me enviasteis al Señor vuestro Dios, diciendo: Ruega por nosotros al Señor nuestro Dios, y lo que el Señor nuestro Dios diga, nos lo haces saber y lo haremos.

21 Y hoy os lo he declarado, pero no habéis escuchado la voz del Señor vuestro Dios, ni en cosa alguna de lo que Él me ha enviado a deciros.

22 Ahora pues, sabedlo bien, que moriréis a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar adonde deseáis ir a residir.

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