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Jeremías 16 - Biblia de las Americas 1997

Calamidades venideras

1 Entonces la palabra del Señor vino a mí, diciendo:

2 No tomes para ti mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar.

3 Porque así dice el Señor acerca de los hijos e hijas nacidos en este lugar, y acerca de las madres que los dieron a luz, y de los padres que los engendraron en esta tierra:

4 De muertes crueles morirán; no serán llorados ni sepultados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; a espada y por hambre serán acabados, y sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.

5 Porque así dice el Señor: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo —declara el Señor—, la misericordia y la compasión.

6 Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni llorados, y nadie se sajará ni se rapará por ellos;

7 no partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre.

8 Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber.

9 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.

10 Y sucederá que cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, ellos te dirán: «¿Por qué el Señor ha pronunciado toda esta gran calamidad contra nosotros? ¿Cuál es nuestra iniquidad y cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el Señor nuestro Dios?».

11 Entonces les dirás: «Es porque vuestros padres me abandonaron» —declara el Señor— «y siguieron a otros dioses y los sirvieron y se postraron ante ellos, pero a mí me abandonaron y no guardaron mi ley.

12 Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres, porque he aquí, cada uno de vosotros anda tras la terquedad de su malvado corazón, sin escucharme.

La restauración prometida

13 Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses día y noche, pues no os mostraré clemencia».

14 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el Señor— cuando ya no se dirá: «Vive el Señor, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto»,

15 sino: «Vive el Señor, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado». Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres.

16 He aquí, enviaré a muchos pescadores —declara el Señor— que los pescarán; y después enviaré a muchos cazadores, que los cazarán por todo monte y por todo collado y por las hendiduras de las peñas.

17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a mis ojos.

18 Pero primero, pagaré al doble su iniquidad y su pecado, porque ellos han contaminado mi tierra con los cadáveres de sus ídolos abominables y han llenado mi heredad con sus abominaciones.

19 ¡Oh Señor, fuerza mía y fortaleza mía, refugio mío en el día de angustia! A ti vendrán las naciones desde los términos de la tierra y dirán: Nuestros padres heredaron solo mentira, vanidad y cosas sin provecho.

20 ¿Puede hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero no son dioses!

21 Por tanto, he aquí, voy a darles a conocer, esta vez les haré conocer mi mano y mi poder; y sabrán que mi nombre es el Señor.

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