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Jeremías 15 - Biblia de las Americas 1997

Dios rechaza a su pueblo

1 Entonces el Señor me dijo: Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, mi corazón no estaría con este pueblo; échalos de mi presencia, y que se vayan.

2 Y será que cuando te digan: «¿Adónde iremos?», les responderás: «Así dice el Señor: “Los destinados para la muerte, a la muerte; los destinados para la espada, a la espada; los destinados para el hambre, al hambre, y los destinados para el cautiverio, al cautiverio” ».

3 Y pondré sobre ellos cuatro géneros de males —declara el Señor—: la espada para matar, los perros para despedazar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destruir.

4 Y los haré motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.

5 Porque, ¿quién se compadecerá de ti, oh Jerusalén? ¿Quién llorará por ti, o quién se apartará de su camino para preguntar por tu bienestar?

6 Tú me has dejado —declara el Señor—, sigues retrocediendo. Extenderé, pues, mi mano contra ti y te destruiré; estoy cansado de compadecerme.

7 Los aventaré con el bieldo en las puertas del país; los privaré de hijos, destruiré a mi pueblo, pues no se arrepintieron de sus caminos.

8 Por mí sus viudas serán más numerosas que la arena de los mares. Traeré contra la madre de sus jóvenes, al destructor en pleno mediodía; de repente traeré sobre ella angustia y pavor.

Lamento de Jeremías y respuesta de Dios

9 Languidece la que dio a luz siete hijos; exhala su alma. Se puso su sol siendo aún de día, ha sido avergonzada y humillada; a sus sobrevivientes los entregaré a la espada delante de sus enemigos —declara el Señor.

10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! No he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen.

11 El Señor dijo: Ciertamente te libraré para bien; ciertamente haré que el enemigo te haga súplica en tiempo de calamidad y en tiempo de angustia.

12 ¿Puede alguno destrozar el hierro, el hierro del norte, y el bronce?

13 Tus riquezas y tus tesoros entregaré al saqueo, sin costo alguno, por todos tus pecados en todas tus fronteras.

14 Y haré que tus enemigos te lleven a una tierra que no conoces; porque un fuego se ha encendido en mi ira que sobre vosotros arderá.

15 Tú que lo sabes, oh Señor, acuérdate de mí, atiéndeme, y véngame de mis perseguidores. Conforme a tu paciencia, no dejes que sea yo arrebatado; sabes que por ti sufro oprobio.

16 Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu nombre, oh Señor, Dios de los ejércitos.

17 No me senté en la asamblea de los que se divierten, ni me regocijé. A causa de tu mano, solitario me senté, porque de indignación me llenaste.

18 ¿Por qué es mi dolor perpetuo y mi herida incurable, que rehúsa sanar? ¿Serás en verdad para mí como corriente engañosa, como aguas en las que no se puede confiar?

19 Entonces dijo así el Señor: Si vuelves, yo te restauraré, en mi presencia estarás; si apartas lo precioso de lo vil, serás mi portavoz. Que se vuelvan ellos a ti, pero tú no te vuelvas a ellos.

20 Y te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable; lucharán contra ti, pero no te vencerán, porque contigo estoy yo para salvarte y librarte —declara el Señor.

21 Te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la garra de los violentos.

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