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Hechos 13 - Biblia de las Americas 1997

Principio del primer viaje misionero de Saulo y Bernabé

1 En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

2 Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado.

Pablo y Bernabé en Chipre

3 Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron.

4 Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre.

5 Llegados a Salamina, proclamaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan de ayudante.

6 Después de haber recorrido toda la isla hasta Pafos, encontraron a cierto mago, un falso profeta judío llamado Barjesús,

7 que estaba con el procónsul Sergio Paulo, hombre inteligente. Este hizo venir a Bernabé y a Saulo, y deseaba oír la palabra de Dios.

8 Pero Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), se les oponía, tratando de desviar de la fe al procónsul.

9 Entonces Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando la mirada en él,

10 dijo: Tú, hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor?

11 Ahora, he aquí, la mano del Señor está sobre ti; te quedarás ciego y no verás el sol por algún tiempo. Al instante niebla y oscuridad cayeron sobre él, e iba buscando quien lo guiara de la mano.

Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia

12 Entonces el procónsul, cuando vio lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

13 Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, regresó a Jerusalén,

14 mas ellos, saliendo de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y en el día de reposo entraron a la sinagoga y se sentaron.

Discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia

15 Después de la lectura de la ley y los profetas, los oficiales de la sinagoga les mandaron a decir: Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.

16 Pablo se levantó, y haciendo señal con la mano, dijo: Hombres de Israel, y vosotros que teméis a Dios, escuchad:

17 El Dios de este pueblo de Israel, escogió a nuestros padres y engrandeció al pueblo durante su estancia en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella.

18 Y por un período como de cuarenta años los soportó en el desierto.

19 Después de destruir siete naciones en la tierra de Canaán, repartió sus tierras en herencia; todo esto duró como cuatrocientos cincuenta años.

20 Y después de esto, les dio jueces hasta el profeta Samuel.

21 Entonces ellos pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años.

22 Después de quitarlo, les levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: «He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón, que hará toda mi voluntad».

23 De la descendencia de este, conforme a la promesa, Dios ha dado a Israel un Salvador, Jesús,

24 después de que Juan predicó, antes de su venida, un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.

25 Cuando Juan estaba a punto de terminar su carrera, decía: «¿Quién pensáis que soy yo? Yo no soy el Cristo; mas he aquí, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus pies».

26 Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a nosotros nos es enviada la palabra de esta salvación.

27 Pues los que habitan en Jerusalén y sus gobernantes, sin reconocerle a Él ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, cumplieron estas escrituras, condenándole.

28 Y aunque no hallaron causa para darle muerte, pidieron a Pilato que le hiciera matar.

29 Y cuando habían cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Él, le bajaron de la cruz y le pusieron en un sepulcro.

30 Pero Dios le levantó de entre los muertos;

31 y por muchos días se apareció a los que habían subido con Él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.

32 Y nosotros os anunciamos la buena nueva de que la promesa hecha a los padres,

33 Dios la ha cumplido a nuestros hijos al resucitar a Jesús, como también está escrito en el salmo segundo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.

34 Y en cuanto a que le resucitó de entre los muertos para nunca más volver a corrupción, Dios ha hablado de esta manera: Os daré las santas y fieles misericordias prometidas a David.

35 Por tanto dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.

36 Porque David, después de haber servido el propósito de Dios en su propia generación, durmió, y fue sepultado con sus padres, y vio corrupción.

37 Pero aquel a quien Dios resucitó no vio corrupción.

38 Por tanto, hermanos, sabed que por medio de Él os es anunciado el perdón de los pecados;

39 y que de todas las cosas de que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Él, todo aquel que cree es justificado.

40 Tened, pues, cuidado de que no venga sobre vosotros aquello de que se habla en los profetas:

Pablo se dirige a los gentiles

41 Mirad, burladores, maravillaos y pereced; porque yo hago una obra en vuestros días, una obra que nunca creeríais aunque alguno os la describiera.

42 Al salir Pablo y Bernabé, la gente les rogaba que el siguiente día de reposo les hablaran de estas cosas.

43 Y terminada la reunión de la sinagoga, muchos de los judíos y de los prosélitos temerosos de Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes, hablándoles, les instaban a perseverar en la gracia de Dios.

44 El siguiente día de reposo casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor.

45 Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía.

46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.

47 Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra.

48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna.

49 Y la palabra del Señor se difundía por toda la región.

50 Pero los judíos instigaron a las mujeres piadosas y distinguidas, y a los hombres más prominentes de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de su comarca.

51 Entonces estos sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Iconio.

52 Y los discípulos estaban continuamente llenos de gozo y del Espíritu Santo.

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