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Hebreos 10 - Biblia de las Americas 1997

La ley no puede quitar los pecados

1 Pues ya que la ley solo tiene la sombra de los bienes futuros y no la forma misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ellos ofrecen continuamente año tras año, hacer perfectos a los que se acercan.

2 De otra manera, ¿no habrían cesado de ofrecerse, ya que los adoradores, una vez purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado?

3 Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año.

4 Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.

5 Por lo cual, al entrar Él en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda no has querido, pero un cuerpo has preparado para mí;

6 en holocaustos y sacrificios por el pecado no te has complacido.

7 Entonces dije: «He aquí, yo he venido (en el rollo del libro esta escrito de mí) para hacer, oh Dios, tu voluntad».

8 Habiendo dicho arriba: Sacrificios y ofrendas y holocaustos, y sacrificios por el pecado no has querido, ni en ellos te has complacido (los cuales se ofrecen según la ley),

9 entonces dijo: He aquí, yo he venido para hacer tu voluntad. El quita lo primero para establecer lo segundo.

Cristo puede quitar los pecados

10 Por esta voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida de una vez para siempre.

11 Y ciertamente todo sacerdote está de pie, día tras día, ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

12 pero Él, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios,

13 esperando de ahí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

14 Porque por una ofrenda Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.

15 Y también el Espíritu Santo nos da testimonio; porque después de haber dicho:

16 Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días —dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón, y en su mente las escribiré, añade:

17 Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.

Exhortación a la perseverancia

18 Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado.

19 Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús,

20 por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne,

21 y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura.

23 Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió;

24 y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras,

Advertencia a los que continúan pecando

25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.

26 Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados,

27 sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios.

28 Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos.

29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia?

30 Pues conocemos al que dijo: Mia es la venganza, yo pagare. Y otra vez: El Señor juzgara a su pueblo.

Necesidad de perseverar

31 ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!

32 Pero recordad los días pasados, cuando después de haber sido iluminados, soportasteis una gran lucha de padecimientos;

33 por una parte, siendo hechos un espectáculo público en oprobios y aflicciones, y por otra, siendo compañeros de los que eran tratados así.

34 Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión.

35 Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa.

36 Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

37 Porque dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardará.

38 Mas mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, mi alma no se complacerá en él.

39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma.

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