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Efesios 4 - Biblia de las Americas 1997

La vida en Cristo

1 Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados,

2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor,

3 esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;

5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,

6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.

7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

8 Por tanto, dice: Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos, y dio dones a los hombres.

9 (Esta expresión: Ascendió, ¿qué significa, sino que Él también había descendido a las profundidades de la tierra?

10 El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo.)

11 Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros,

12 a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo;

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

14 para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error;

15 sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo,

Nueva vida en Cristo

16 de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.

17 Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente,

18 entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;

19 y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.

20 Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera,

21 si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en Él, conforme a la verdad que hay en Jesús,

22 que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,

23 y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente,

24 y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.

25 Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

27 ni deis oportunidad al diablo.

28 El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad.

29 No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.

30 Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

31 Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.

32 Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.

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