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Proverbios 8 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion

1 La sabiduría está gritando, la prudencia levanta su voz.

2 Sobre los promontorios junto al camino, de pie en las encrucijadas;

3 junto a las puertas de la ciudad, a la entrada de los patios está pregonando:

4 'A vosotros, hombres, os llamo, dirijo mi voz a los humanos.

5 Inexpertos, adquirid prudencia, y vosotros, necios, sed sensatos.

6 Escuchad, pues voy a decir cosas importantes, voy a abrir mis labios con sinceridad.

7 Mi paladar saborea la verdad y mis labios aborrecen el mal.

8 Todos mis discursos son ecuánimes, ninguno es hipócrita ni retorcido;

9 todos son claros para el inteligente y rectos para los que tienen conocimiento.

10 Aceptad mi instrucción antes que plata, y el conocimiento antes que oro puro;

11 pues la sabiduría vale más que las joyas y nada valioso se le puede comparar.

12 'Yo, la sabiduría, habito con la prudencia, y tengo el arte de la discreción.

13 (El temor de Yahvé odia el mal.) Aborrezco soberbia y arrogancia, mal camino y lengua falsa.

14 Dispongo de juicio y eficacia, de inteligencia y valor.

15 Por mí los reyes reinan y los magistrados administran la justicia.

16 Por mí los gobernantes gobiernan y los príncipes son todos jueces justos.

17 Yo amo a los que me aman y los que me buscan con afán me encuentran.

18 Poseo riqueza y gloria, fortuna sólida y justicia.

19 Mi fruto es mejor que oro puro, mi cosecha vale más que plata selecta.

20 Yo camino por sendas de justicia, a través de senderos rectos,

21 para repartir riqueza a los que me aman y completar sus tesoros.'

22 'Yahvé me creó, primicia de su actividad, antes de sus obras antiguas.

23 Desde la eternidad fui formada, desde el principio, antes del origen de la tierra.

24 Fui engendrada cuando no existían los océanos, cuando no había manantiales cargados de agua;

25 antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada.

26 No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe.

27 Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano;

28 cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando afianzaba las fuentes del abismo,

29 cuando marcaba su límite al mar para que las aguas no desbordaran sus orillas; cuando asentaba los cimientos de la tierra,

30 yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su alegría cotidiana, jugando todo el tiempo en su presencia,

31 jugando con la esfera de la tierra; y compartiendo mi alegría con los humanos.'

32 'Así, pues, hijos, escuchadme, dichosos los que siguen mis caminos.

33 Escuchad la enseñanza y haceos sabios, no la rechacéis.

34 Dichoso el hombre que me escucha velando a mis puertas día tras día, guardando los dinteles de mi entrada.

35 Pues quien me encuentra, encuentra la vida, y obtiene el favor de Yahvé.

36 Mas quien me ofende, se daña a sí mismo; los que me odian, aman la muerte.'

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Biblia de Jerusalén 3ra Edición

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