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Eclesiastés 7 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion

1 Más vale buena fama que suaves perfumes; y el día de la muerte más que el día del nacimiento.

2 Más vale ir a la casa en duelo que a la casa en fiesta, pues ése es el fin de todo hombre; y así el que vive pensará en ello.

3 Más vale llorar que reír, pues una cara triste puede ocultar un corazón feliz.

4 El sabio piensa en la casa en duelo, pero el necio piensa en la casa en fiesta.

5 Más vale oír reproche de sabio que oír alabanza de necios.

6 Porque como crepitar de zarzas bajo la olla, así es el reír del necio: y también esto es vanidad.

7 El halago atonta al sabio, y el soborno pervierte su corazón.

8 Más vale el final de una cosa que su comienzo, y más vale paciente que arrogante.

9 No te dejes llevar del enojo, pues el enojo anida en el pecho de los necios.

10 No digas: ¿Cómo es posible que el pasado sea mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre ello.

11 Buena es la sabiduría con hacienda, y aprovecha a los que ven el sol.

12 Al amparo de la sabiduría como al amparo del dinero, pero el saber le aventaja porque da vida a su dueño.

13 Mira la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14 Alégrate en el día feliz y, en el día desgraciado, considera que Dios ha hecho muy bien a uno y otro para que el hombre no descubra su porvenir.

15 En mi vano vivir, de todo he visto: honrados perecer en su honradez, y malvados envejecer en su maldad.

16 No quieras ser honrado en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte?

17 No quieras ser malvado en demasía, ni te hagas el insensato. ¿A qué morir antes de tiempo?

18 Bueno es agarrar esto sin dejar aquello de la mano, porque el temeroso de Dios de todo sale bien parado.

19 La sabiduría hace más fuerte al sabio que diez poderosos que haya en la ciudad.

20 No hay nadie tan honrado en la tierra que haga el bien sin nunca pecar.

21 Tampoco hagas caso de todo lo que se dice, para que no oigas que tu siervo te maldice,

22 pues sabes muy bien cuántas veces tú también has maldecido a otros.

23 Todo esto lo intenté recurriendo a la sabiduría. Me dije: Seré sabio. ¡Pero qué lejos estaba de mi alcance!

24 Lo que existe está lejos y es muy profundo: ¿quién dará con ello?

25 Me he dedicado a explorar y a buscar sabiduría y buen tino, y a reconocer que la maldad es necedad, y la necedad locura.

26 Y he descubierto que la mujer es más amarga que la muerte, porque es como una red, su corazón como un lazo, sus brazos como cadenas: El que agrada a Dios se libra de ella, pero el pecador cae en su trampa.

27 Mira, esto he descubierto - dice Cohélet - tratando de razonar caso por caso:

28 aunque he seguido buscando, nada he encontrado. Un hombre encontré entre mil, pero entre todas ellas no encontré una mujer.

29 Mira, sólo esto descubrí: Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con tantos razonamientos.

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Biblia de Jerusalén 3ra Edición

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