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Santiago 3:9 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Con ella bendecimos al que es Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Con ella bendecimos al Señor° y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a semejanza de Dios.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Con ella bendecimos al Dios y Padre; y con ella maldecimos a los hombres, que son hechos a la semejanza de Dios.

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Santiago 3:9
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Pe. Su boca está repleta de maldición, de injurias y dolor; bajo su lengua, intrigas y maldad.


¿Hasta cuándo vuestra saña contra uno, para entre todos abatirle, como un muro inclinado o la tapia que está para caer?


Hazlos, oh Dios, morir, y que mi pueblo no lo olvide, en tu poder dispérsalos, derríbalos, Señor, nuestra defensa.


El que derramare la sangre del hombre, por el hombre será derramada la suya; porque a imagen de Dios hizo Dios al hombre.


Por ello se alegró mi corazón y estalló en cánticos mi lengua. Y hasta mi carne reposa en la esperanza


Porque yo, tu siervo, reconozco que he pecado. ¡Y hoy vengo el primero de toda la casa de José y he bajado al encuentro de mi señor, el rey!'.


Ésta es la lista de los descendientes de Adán. El día en que Dios creó al hombre, a imagen de Dios lo hizo.


El varón no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Djos. La mujer, en cambio, es gloria del varón.


su boca está repleta de maldición y amargor;


Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: '¡Que no conozco a ese hombre!'. Y en aquel momento cantó un gallo.


Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen:


Dice el Señor: por cuanto este pueblo está cerca de mí con la boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí y el culto que me da es pura rutina humana,


pues bien sabe tu corazón que muchas veces también tú has murmurado de los demás.


mi lengua cantará el día entero tu justicia, mientras van avergonzados, confundidos, los que buscan mi mal.


-que mejor que la vida es tu gracia, y mis labios te alaban-,


Mi corazón, Señor, está dispuesto, mi interior está pronto: quiero cantarte y alabarte.


Restitúyeme el gozo de tu liberación y que tu aliento generoso me sustente.


Mi lengua ha de cantar tu providencia, tus alabanzas, todo el día.


De David. Cuando se fingió demente en presencia de Abimélec, y se fue luego, expulsado por él.


Tú puedes bien tornar mi luto en danza, desnudarme del saco, ceñirme de alegría,


Por eso, se alegra mi corazón, mis entrañas exultan y mi cuerpo reposa en el seguro.


Después dijo David a toda la asamblea: '¡Bendecid a Yahveh, vuestro Dios!'. Y toda la asamblea bendijo a Yahveh, Dios de sus padres. Todos se inclinaron y postraron ante Yahveh y ante el rey.


Bendijo entonces David a Yahveh en presencia de toda la asamblea diciendo: '¡Bendito seas tú, Yahveh, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!


Cuando el rey David llegó a Bajurín, salió de allí un hombre del clan de la casa de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Avanzaba profiriendo maldiciones


Salieron, pues, éstos a la campiña, vendimiaron sus viñas, pisaron las uvas, organizaron gran fiesta y entraron en el templo de su dios; y mientras comían y bebían, maldecían a Abimélec.


Bendito Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el cielo, en Cristo,


Mi boca cantará las glorias del Señor, y los mortales todos bendecirán su nombre santo, por los siglos, por siempre.


Alabanza. De David. Yo te quiero ensalzar, mi Dios, el rey, quiero por siempre bendecir tu nombre,


Bendito Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos reengendró a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,


La religión pura y sin mancha delante de Dios y Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en dificultades y conservarse limpio del contagio del mundo.


De la misma boca salen bendición y maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así.


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