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Salmos 69:4 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Me consumo de gritar, mi garganta está ardiendo, y mis ojos languidecen, en la espera de mi Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; Se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Los que me odian sin motivo suman más que los cabellos de mi cabeza. Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras; me exigen que devuelva lo que no robé.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo. Son más fuertes que yo los que con calumnias me persiguen. ¿Cómo devolveré lo que no he robado?

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me aborrecen sin causa. Los que intentan destruirme son fuertes, Se han hecho mis enemigos sin tener por qué, Y ahora tengo que pagar lo que no robé.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen; Poderosos son los que quieren destruirme; Sin razón son mis enemigos; he tenido que pagar lo que no he robado.

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Salmos 69:4
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pero esto es para se cumpla lo que está escrito en su ley: Me han odiado sin motivo.'


No se rían de mí mis falaces enemigos, ni se guiñen el ojo los que sin causa me aborrecen.


Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en él llegáramos nosotros a ser justicia de Dios.


Y tú, Señor, no retires de mí tu bienquerencia: que siempre me preserven tu gracia y tu verdad.


Porque también Cristo murió de una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a Dios. Entregado a la muerte según la carne, fue vivificado según el espíritu,


Él no cometió pecado, ni en su boca se encontró engaño alguno.


libérame del autor de maleficios, del hombre sanguinario ponme en salvo.


Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo y los subió al madero, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Por sus cardenales habéis sido curados.


Yo me consumo en medio de gemidos, inundo de llanto mi cama cada noche y humedezco de lágrimas mi lecho:


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