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Salmos 56:8 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 ¿Tendrán de su maldad una evasión? A la furia de los pueblos arrójalos, oh Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Tu contaste mis disgustos, recogiste mis lágrimas en tu odre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Tú has contado mi deambular, Pon mis lágrimas en tu redoma. ¿No están ellas en tu Rollo?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Mis andanzas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma: ¿No están ellas en tu libro?

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Salmos 56:8
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

'Vuelve y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: así habla Yahveh, Dios de David, tu antepasado: 'He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy, pues, a curarte, de suerte que dentro de tres días podrás subir al templo de Yahveh.


En pena de sus culpas castigas al humano, corroes, como la tiña, su belleza: el hombre es sólo un soplo. Selah


Hablaron también entre sí los que temen a Yahveh y Yahveh escuchó con atención. Se escribió un memorial en su presencia en favor de los que temen a Yahveh y respetan su nombre.


Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y a manantiales de aguas vivas les conducirá. Y enjugará Dios toda lágrima de sus ojos'.


Mi embrión, tú lo viste con tus ojos, y los días creados figuraban todos inscritos en tu libro, antes ya de que uno de ellos existiera.


Y en vosotros, hasta los cabellos de la cabeza están todos contados.


El Señor guarda tus idas y venidas, desde ahora, para siempre.


Todos éstos murieron dentro de la fe, sin haber recibido las cosas prometidas, sino viéndolas y saludándolas desde lejos, y confesando que eran extranjeros y forasteros sobre la tierra.


en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él en persona los salvó. Por su amor y su piedad, él mismo los redimió, los levantó y los llevó todos los días de antaño.


¡Llegue hasta Dios mi plegaria, lloren mis ojos en su presencia!


Vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron los libros. Se abrió otro libro, que es el de la vida. Se juzgó a los muertos de acuerdo con lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.


El mundo no los merecía. Caminaban errantes por los desiertos, por las montañas, por las cuevas, por las grutas del país.


Pero David se dijo en sus adentros: 'Algún día voy a perecer a manos de Saúl. Nada mejor para mí que escaparme a tierra de los filisteos, para que así Saúl desista de volver en mi busca por todo el territorio de Israel. Así me libraré de sus manos'.


Después que David se puso a salvo huyendo, se fue en busca de Samuel, a Ramá, y le contó todo lo que le había hecho Saúl. Y él y Samuel se fueron a habitar en Nayot.


Por la fe Abrahán obedeció cuando se le llamó para ir a un lugar que iba a recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba.


En los frecuentes viajes, peligros de ríos, peligros de bandoleros, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los gentiles, peligros en ciudades, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;


Yahveh, tú bien conoces todo su plan contra mí para matarme. No perdones su iniquidad, no borres de tu presencia su pecado. ¡Sean derribados ante ti! Al tiempo de tu ira actúa contra ellos.


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