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Salmos 42:4 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Noche y día, mis lágrimas se me han hecho mi pan, pues sin tregua me dicen: '¿Dónde está tu Dios?'.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Se me destroza el corazón al recordar cómo solían ser las cosas: yo caminaba entre la multitud de adoradores, encabezaba una gran procesión hacia la casa de Dios, cantando de alegría y dando gracias en medio del sonido de una gran celebración.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Es un desahogo para mi alma, acordarme de aquel tiempo, en que iba con los nobles hasta la casa de Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí: De cómo marchaba con la multitud y los conducía hasta la Casa de Dios, Entre voces de júbilo y de acción de gracias de la multitud en fiesta solemne.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Cuando me acuerdo de estas cosas, derramo mi alma dentro de mí: Porque yo fui con la multitud, fui con ellos a la casa de Dios, con voz de alegría y de alabanza, haciendo fiesta la multitud.

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Salmos 42:4
28 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Vosotros cantaréis como en noche de fiesta sagrada; será la alegría de vuestro corazón como la de quien va con la flauta entrando por el monte de Yahveh a la Roca de Israel.


Canto gradual. De David. Me llené de gozo cuando me dijeron: 'Iremos a la casa del Señor'.


Mi victoria y mi honor están en Dios, y en él mi roca fuerte y mi defensa.


Entrad por sus portales con acción de gracias, con alabanzas por sus atrios; rendidle honor y bendecid su nombre,


¡Pero tú, un hombre como yo, mi amigo y familiar, con el que he compartido la dulce confidencia,


Pero Abrahán le contestó: 'Hijo, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en tu vida y Lázaro, en cambio, los males; ahora, pues, él tiene aquí el consuelo, mientras tú el tormento.


Qof. Levántate, grita de noche, al comenzar las vigilias; derrama tu corazón como agua en la presencia del Señor; alza hacia él tus manos por la vida de tus pequeñuelos, que desfallecen de hambre en las esquinas de las calles.


'¡Quién me diera vivir como antaño, como en los días en que Dios me protegía,


En el día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas, contentos y con el corazón alegre por todos los beneficios que Yahveh había otorgado a David, a Salomón y a su pueblo Israel.


Colmada partí yo, pero Yahveh me hace volver con las manos vacías. ¿Por qué, pues, me vais a llamar Noemí, cuando Yahveh da testimonio contra mí y el Omnipotente me hace desdichada?'.


Te alegrarás en presencia de Yahveh, tu Dios, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo, tu sierva y el levita que habite dentro de tus ciudades, el extranjero, el huérfano y la viuda que habiten en medio de ti, en el lugar que habrá escogido Yahveh, tu Dios, para que more allí su nombre.


Álef. ¡Ay, cómo se ha ennegrecido el oro, cómo se ha alterado el oro más fino! Están esparcidas las piedras sagradas por todas las esquinas de las calles.


No os infunda Ezequías confianza en Yahveh, diciendo: 'Con toda certeza nos librará Yahveh, y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria'.


hasta que yo venga y os lleve hacia un país como el vuestro, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas, de olivos, de aceite y de miel. Así viviréis y no moriréis. No escuchéis, pues, a Ezequías, porque os engaña cuando dice: 'Yahveh nos librará'.


¿Por qué habrían las gentes de decir: 'Dónde está su Dios?'. Que se deje sentir entre los pueblos, viéndolo nosotros, la venganza de la sangre derramada de siervos.


Tú nos das a comer un pan de llanto y a beber mares de lágrimas.


Por pan como cenizas, mi bebida se mezcla con mi llanto.


¿Por qué tendrán las gentes que decir: 'Dónde, pues, está su Dios?'.


Por amor de mis hermanos y de mis compañeros, quiero yo decir: 'La paz contigo'.


En cuanto al príncipe, entrará con ellos cuando ellos entren y saldrá cuando ellos salgan.'


Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros de Yahveh, y digan: 'Perdona, Yahveh, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, para que se burlen de ellos las naciones. ¿Por qué habrían de decir los pueblos: dónde está su Dios?'.


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