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Salmos 138:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Aunque me halle en la angustia, tú conservas mi vida; contra mis enfurecidos enemigos extiendes tú la mano, y tu diestra me salva:

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Biblia Reina Valera 1960

7 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Aunque estoy rodeado de dificultades, tú me protegerás del enojo de mis enemigos. Extiendes tu mano, y el poder de tu mano derecha me salva.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Si en medio de angustias caminare, tú me harías vivir; con tu mano paras al enemigo y tu diestra me salva.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Aunque yo ande en medio de la angustia, Tú me vivificarás, Extenderás tu mano frente a la ira de mis enemigos, Y me salvará tu diestra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Aunque yo anduviere en medio de la angustia, tú me vivificarás: Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y me salvará tu diestra.

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Salmos 138:7
32 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

no temas, que yo estoy contigo; no te asustes, que yo soy tu Dios. Te fortalezco y te ayudo, te sostengo con mi diestra salvadora.


¿Vas a estarnos por siempre resentido, o prolongar por los siglos tu furor?


Elevado a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Y eso es lo que vosotros estáis viendo y oyendo.


Por eso se encendió la ira de Yahveh contra su pueblo, tendió su mano contra él y lo hirió. Temblaron las montañas. Los cadáveres fueron como basura en medio de las calles. Y ni aun así se calmó su ira, y su mano está todavía extendida.


¡Sólo queda doblarse entre los prisioneros y caer entre los degollados! Y ni aun así se calmó su ira, su mano está todavía extendida.


Él puede matarme. Nada espero, sino defender ante él mi conducta.


Heme aquí contra ti, montaña destructora -oráculo de Yahveh-, que destruyes toda la tierra: extenderé mi mano contra ti, te echaré a rodar desde las rocas y te haré montaña calcinada.


Tú has dado duras horas a tu pueblo, tú nos has dado a beber vino de vértigo.


Magnifica tus gracias, tú que sabes librar del sedicioso a los que se acogen a tu diestra.


¿Se habrá Dios olvidado de tener compasión y cerrado, de enojo, sus entrañas? Selah


Tú mismo, con tu mano, desposeíste pueblos, a fin de establecerlos, maltrataste naciones para hacerles espacio.


Él adiestra mis manos al combate, mis brazos para tensar arco de bronce.


De mi peregrinar llevas tú cuenta: recoge mi pesar en tu redoma, ¿no se halla ya en tu libro?


Nosotros cantaremos en tu triunfo, y en el nombre de Dios alzaremos banderas. Que él satisfaga lo que pides.


Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.


Pero el pueblo no se volvió a quien lo hería, no buscaron a Yahveh Sebaot.


Porque no por siempre reprendo, ni de continuo me enojo; pues ante mí se consumiría el espíritu y las almas que yo he creado.


Él envía de lo alto y me recoge, de las aguas hinchadas me arrebata.


Él me libra del émulo pujante y del rival que me aventaja en fuerza.


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