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Romanos 8:15 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Vosotros no habéis recibido un Espíritu que os haga esclavos y os lleve de nuevo al temor, sino que habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos, en virtud del cual clamamos: '¡Abbá! ¡Padre!'

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Biblia Reina Valera 1960

15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Porque no recibisteis espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor; sino que recibisteis el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba! (¡Padre!)

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba Padre.

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Romanos 8:15
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Pues el Espíritu que Dios nos dio no es de timidez sino de fortaleza, de amor y de autodominio.


Ahora bien, nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos las gracias que Dios nos ha concedido.


El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.


y liberara a los que, por miedo a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud.


nos había predestinado a ser hijos adoptivos suyos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,


No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor.


Y decía '¡Abbá! ¡Padre, todo te es posible: aparta de mí este cáliz! Pero no lo que yo quiero, sino lo que quieres tú'.


Yo había pensado: Te pondré entre los hijos y te daré un país delicioso, la herencia más preciosa de las naciones. Y me decía: me llamarás 'Padre mío', y de mi seguimiento no te apartarás.


les daré en mi casa y en mis muros una marca y un nombre mejor que el de los hijos y las hijas. Un nombre les daré, que no se borrará.


Y no es esto sólo; sino que también nosotros mismos, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos igualmente en nuestro propio interior, aguardando con ansiedad una adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.


Él les dijo: 'Cuando vayáis a orar, decid: Padre, santificado sea tu nombre; venga tu reino.


Jesús le responde: 'Suéltame, pues todavía no he subido al Padre, vete a mis hermanos y diles: 'Voy a subir a mi Padre y vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios''.


así: '¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz! Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya'. [


Y cuando él venga, aportará al mundo las pruebas de pecado, de justicia y de condena:


Dijeron entonces a Moisés: 'Háblanos tú, y te escucharemos: pero que no nos hable Dios, no sea que muramos'.


Pidió él una luz, saltó dentro, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas,


Al oír esto, se dolieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: '¿Qué tendríamos que hacer, hermanos?'.


Entonces toda la multitud de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos; pues estaban dominados por un miedo enorme. Entró, pues, en una barca y se volvió.


Cuando vio a Jesús, se echó a sus pies y dijo a grandes gritos: '¿Qué tienes tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por favor, te ruego que no me atormentes'.


Aarón lo tomó, como se lo había ordenado Moisés, y corrió a la asamblea, cuando ya el azote había comenzado entre el pueblo. Pero él puso incienso e hizo expiación por el pueblo.


¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios creen y tiemblan.


De igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos qué debemos pedir cuando oramos; sin embargo, el Espíritu mismo intercede con gemidos intraducibles en palabras.


Ellos son israelitas; a ellos pertenecen la adopción filial y la gloria y las alianzas y la legislación y el culto y las promesas;


Porque si uno viene y proclama otro Jesús distinto del que hemos proclamado, o aceptáis otro Espíritu distinto del que habéis aceptado, u otro evangelio distinto del que habéis recibido, lo toleráis bien.


Y esto a pesar de los intrusos, falsos hermanos que se habían introducido solapadamente para espiar nuestra libertad, la que tenemos en Cristo Jesús, y reducirnos a esclavitud.


Cristo nos liberó para que vivamos en libertad. Manteneos, pues, firmes; y no os dejéis sujetar de nuevo al yugo de la esclavitud.


Y como tuve miedo, fui y escondí en la tierra tu talento. Aquí tienes lo tuyo'.


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