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Romanos 2:5 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,

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Biblia Reina Valera 1960

5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira, en el cual se manifestará el justo juicio de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Mas por tu dureza, y tu corazón no arrepentido, atesoras ira para ti mismo, para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios,

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Romanos 2:5
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La ira de Dios se revela, en efecto, desde el cielo contra toda impiedad y perversión de los hombres que perversamente retienen cautiva la verdad,


Porque Dios juzgará todas las acciones, todo lo que está oculto, sea bueno o malo.


Y a los ángeles que no supieron conservar su alto rango, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con cadenas perpetuas, sepultados en tinieblas, para el juicio del gran día.


Pero el cielo y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.


Cuando la Escritura dice: Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión,


¿Acaso esto no está guardado en mis adentros, sellado entre mis tesoros?


El Señor sabe librar de la prueba a los piadosos y reservar para el castigo hasta el día del juicio a los impíos,


vuelve a fijar un día determinado - hoy -, diciendo por boca de David, después de tanto tiempo, conforme a lo ya citado: Sii escucháis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones.


por el contrario, animaos mutuamente cada día, mientras aquel hoy perdura, sin que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.


¿Y qué, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, soportó con inmensa paciencia vasijas objeto de su ira, dispuestas ya para la perdición,


A tu diestra el Señor destruye reyes el día de su ira,


Ahora, pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Tended la mano a Yahveh y venid a su santuario, que él ha santificado para siempre. Servid a Yahveh, vuestro Dios, para que él aparte de vosotros el ardor de su cólera.


¿Por qué vais a endurecer vuestro corazón, como lo endurecieron los egipcios y el Faraón? ¿No tuvieron que dejarlos partir después que Dios los castigó?


Porque ha llegado el gran día de su ira. ¿Y quién podrá mantenerse en pie?


Vuestro oro y vuestra plata enmohecidos. Su moho dará testimonio contra vosotros y consumirá como fuego vuestras carnes. Habéis atesorado para estos días que son los últimos.


No quiero, hermanos, para que no presumáis de vosotros mismos, que ignoréis este misterio: que el endurecimiento parcial de Israel se prolongará hasta que entre la totalidad de los gentiles.


Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se obstinó en el orgullo, fue derribado de su trono real y despojado de su gloria.


Pero la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quieren escucharme a Mí, dado que todos los de la casa de Israel son unos desvergonzados y duros de corazón.


Porque sabía que eres obstinado, que un tendón de hierro es tu cuello, y tu frente de bronce,


Quien ante los reproches se rebela será aniquilado de repente y sin remedio.


Vanas son las riquezas el día de la cólera; sólo la justicia libra de la muerte.


No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá, en el desierto,


Que el malvado es quien se libra en el día del desastre, quien se salva en el día del furor.


Se rebeló también contra el rey Nabucodonosor, que le había exigido juramento de fidelidad por Dios. Endureció su cerviz y se obstinó en su corazón para no convertirse a Yahveh, Dios de Israel.


Pues fue designio de Yahveh que los corazones de sus moradores se obstinaran en entablar combate con Israel, y así fueran entregados al anatema, sin que hubiera para ellos compasión. Fueron aniquilados, como había ordenado Yahveh a Moisés.


Pero Sijón, rey de Jesbón, no nos permitió pasar por su territorio; pues Yahveh, tu Dios, había hecho inflexible su espíritu y había endurecido su corazón, a fin de ponerlo en tus manos como lo está todavía hoy.


Dijeron los magos al Faraón: 'El dedo de Dios está aquí'. Pero el corazón del Faraón se endureció y, como lo había predicho Yahveh, no los escuchó.


No saben administrar justicia -oráculo de Yahveh- ellos, que amontonan violencias y atropellos en sus palacios.


Yo endureceré el corazón de los egipcios y entrarán detrás de ellos. Me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus guerreros.


Ahora, ve y conduce al pueblo al lugar que te he indicado. Mi ángel te precederá; pero los castigaré por su pecado el día que yo exija cuentas'.


Conspiran contra sí mismos, acechan contra su propia vida.


Feliz el hombre que siempre abriga temor; quien endurece su corazón caerá en la desgracia.


Yahveh ha hecho venir y ha realizado lo que había predicho. Porque pecasteis contra Yahveh y no escuchasteis su voz, por eso os ha sucedido esto.


Les daré un solo corazón e infundiré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,


Queda registrada la iniquidad de Efraín, bien archivado su pecado.


Todos nosotros tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo merecido de todo lo que hizo mientras vivió en el cuerpo: bueno o malo.


Así se manifiesta el justo juicio de Dios, para que resultéis ser dignos de ese reino de Dios, ya que por su caausa padecéis.


Le he dado tiempo para convertirse, pero no quiere convertirse de su fornicación.


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