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Romanos 16:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Saludad a Andronico y a Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que son insignes entre los apóstoles e incluso se entregaron a Cristo antes que yo.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Saluden a Andrónico y a Junias, judíos como yo, quienes estuvieron en la cárcel conmigo. Ellos son muy respetados entre los apóstoles y se hicieron seguidores de Cristo antes que yo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Saluden a Andrónico y Junías, mis parientes y compañeros de cárcel. Son apóstoles muy conocidos y se entregaron a Cristo antes que yo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y mis compañeros de prisión, que son insignes entre los apóstoles y quienes también han sido antes que yo° en el Mesías.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y mis compañeros de prisiones, que son insignes entre los apóstoles; y que también fueron antes de mí en Cristo.

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Romanos 16:7
31 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Os saluda Timoteo, mi colaborador, así como Lucio, Jasón y Sosípatro, mis parientes.


Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, que pertenecen al Señor.


Te saludan Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús,


Saludos de Aristarco, mi compañero de prisión; de Marcos, el primo de Bernabé, sobre el cual habéis recibido instrucciones, de modo que, si pasa por ahí, acogedlo;


Porque de él somos hechura, creados en Cristo Jesús para las obras buenas que Dios nos preparó de antemano como norma de conducta.


las iglesias de Cristo de Judea no me conocían personalmente.


De modo que, si alguno está en Cristo es una nueva criatura. Lo viejo pasó. Ha empezado lo nuevo.


Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constante espera de Jesús, estuve en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.


Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios la vida eterna.


En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu.


Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la no circuncisión, sino la nueva criatura.


Porque en Cristo Jesús nada valen ni la circuncisión ni la no circuncisión, sino la fe que actúa por medio del amor.


Y de parte de los que eran tenidos por más calificados -cómo fueron ellos en el pasado es cosa que no me interesa; Dios no discrimina a las personas-; digo que los más calificados nada nuevo me impusieron.


¿Son servidores de Cristo? Lo diré como quien delira: ¡mucho más lo soy yo! Más en trabajos, más en cárceles, muchísimo más en palizas; y, frecuentemente, en peligros de muerte.


Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en él llegáramos nosotros a ser justicia de Dios.


De Dios viene el que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual, por iniciativa de Dios, se hizo nuestra sabiduría, como también justicia, santificación y redención.


Así pues, ahora ya no pesa ninguna condena sobre quienes están en Cristo Jesús.


Todo sarmiento mío que no da fruto lo corta; y todo el que da fruto lo poda, para que dé más todavía.'


Aquel día, comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.'


El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.


En Yahveh se justificará y gloriará toda la estirpe de Israel.


Israel es salvado por Yahveh con salvación eterna. No seréis avergonzados ni abochornados por los siglos de los siglos.


Subí, movido por una revelación, y les referí el Evangelio que proclamo entre los gentiles -pero en privado, y a los más calificados-, por si corría o había corrido en vano.


Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo dará vida también a vuestros cuerpos mortales por medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros.


Hasta desearía yo mismo ser anatema, ser separado de Cristo en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne.


Saludad a Prisca y a Áquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,


Saludad a María, que tanto se ha empeñado por vosotros.


Saludad a Ampliato, mi querido amigo en el Señor.


Saludad a Urbano, colaborador nuestro en Cristo, y a mi querido amigo Estacio.


Saludad a Apeles, que ha dado excelentes pruebas de sí en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo.


Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- fue arrebatado al tercer cielo.


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