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Proverbios 8:34 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada día, guardando los dinteles de mi entrada;

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Biblia Reina Valera 1960

34 Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 ¡Alegres son los que me escuchan, y están atentos a mis puertas día tras día, y me esperan afuera de mi casa!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Feliz el que me escucha, que aguarda cada día junto a mi puerta y permanece a la espera, en el umbral.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que me escucha, Vigilando en mis portones cada día, Aguardando en el umbral de mis entradas!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

34 Bienaventurado el hombre que me oye, velando a mis puertas cada día, aguardando a los umbrales de mis puertas.

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Proverbios 8:34
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pero él contestó: 'Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan'.


En resumen, todo aquel que oye estas palabras mías y las pone en práctica se parecerá al hombre sensato que construyó su casa sobre la roca.


¡Feliz el hombre que halló sabiduría, el hombre que adquirió inteligencia!


Se atenían con constancia a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.


Tenía ella una hermana, llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.


Es árbol de vida para quien la alcanza: dichoso será quien la consiga.


Mira, oh Dios, nuestro escudo, mira la faz de tu ungido.


Una cosa yo pido del Señor, una cosa suplico: habitar en la casa del Señor, todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor al visitar su templo.


Ambos eran realmente rectos ante Dios y llevaban una conducta intachable en conformidad con todos los mandamientos y órdenes del Señor.


clama en los lugares concurridos, en las puertas de entrada a la ciudad pronuncia sus discursos:


Germinarán los justos como palmas, se erguirán como los cedros en el Líbano.


Tomaréis la sangre y rociaréis con ella las dos jambas y el dintel de las casas donde se va a comer.


¡Dichosa tu gente y dichosos tus servidores que están continuamente en tu presencia y escuchan tu sabiduría!


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