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Oseas 6:5 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Por eso los herí por medio de los profetas, los maté con las palabras de mi boca, y mi juicio apareció como la luz.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Envié mis profetas para destrozarlos, para aniquilarlos con mis palabras, con juicios tan inevitables como la luz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Por eso, les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Por eso los he hecho morir con las palabras de mi boca: Los he trozado por medio de los profetas, Y mi sentencia saldrá como la luz.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale.

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Oseas 6:5
35 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿No es como fuego mi palabra -oráculo de Yahveh-, y como martillo que tritura la piedra?


Hoy te confío las naciones y los reinos para arrancar y arrasar, para destruir y derruir, para edificar y plantar.


Por eso, así dice Yahveh el Dios Sebaot: por haber dicho tal cosa: yo haré de mis palabras fuego en tu boca, y este pueblo será la leña que aquél devorará.


Porque la palabra de Dios es viva y activa, y más tajante que una espada de dos filos: penetra hasta la división de alma y espíritu, de articulaciones y tuétanos, y discierne las intenciones y pensamientos del corazón.


Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,


Y no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos.


Fueron soltados los cuatro ángeles, preparados para aquella hora y día y mes y año, para que mataran a la tercera parte de los hombres.


Así, pues, conviértete. Si no, voy a ti en seguida y lucharé con ellos con la espada de mi boca'.


Tenía en su mano derecha siete estrellas, de su boca salía una espada aguda de dos filos y su semblante era como el sol cuando brilla en su esplendor.


Cuando lo vio, Moisés se quedó maravillado de aquella visión, y mientras se acercaba para ver mejor se oyó la voz del Señor:


En ella está Yahveh, que es justo, no comete iniquidad; mañana tras mañana pronuncia sus sentencias, cuando amanece nunca falta; pero el malvado no conoce la vergüenza.


La visión que yo vi era como la visión que yo había visto cuando vino a destruir la ciudad. En los detalles era como la visión que yo había visto junto al río Quebar. Y caí rostro en tierra.


Como el diamante es más duro que la roca, así yo hago tu frente. No los temas ni te desanimes por causa de ellos, porque son una raza rebelde'.


Les responderás: 'Así dice Yahveh: mirad: voy a emborrachar sin freno a todos los habitantes de este país, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a los habitantes todos de Jerusalén,


Pues mira que hoy te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce contra todo este país: contra los reyes de Judá y sus jefes, contra sus sacerdotes y el pueblo de esta tierra.


Clama a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como trompeta y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob sus pecados.


Juzgará con justicia a los míseros, sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al violento con la vara de su boca, matará al impío con el aliento de sus labios.


Ante ti de pavor mi carne se estremece y temo tus juicios.


Él pondrá en plena luz tu causa justa y en claror de mediodía, tus derechos:


¡Escuchadme, pues, sensatos! Lejos de Dios está la maldad; lejos de Sadday, la injusticia.


Le llegó entonces un escrito de parte del profeta Elías en el que éste le decía: 'Así habla Yahveh, Dios de tu padre David: por no haber seguido los caminos de tu padre Josafat, ni los de Asá, rey de Judá,


Y le dijo: 'Así habla Yahveh: por haber enviado tú mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón, como si no hubiera Dios en Israel a quien consultar sobre este asunto, no bajarás del lecho al que has subido, sino que irremisiblemente morirás'.


Al que escape de la espada de Jazael lo matará Jehú; y al que escape de la espada de Jehú, lo matará Eliseo.


Al verlo Ajab, le dijo: '¿Eres tú, portador de calamidades en Israel?'.


Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: '¡Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos años no ha de haber rocío ni lluvia, sino por orden mía'.


Cuando ella trasponía la puerta, al oír Ajías el ruido de los pasos, exclamó: '¡Adelante, esposa de Jeroboán. ¿Por qué te finges otra? He sido enviado para anunciarte cosas duras.


Pero Samuel replicó: '¿Acaso se complace Yahveh en los holocaustos y en los sacrificios tanto como en la obediencia a la voz de Yahveh? Mira: la obediencia es mejor que el sacrificio, y la docilidad mejor que el sebo de carneros.


Replicó Samuel a Saúl: 'Te has comportado como un necio. No has observado el mandato que Yahveh, tu Dios, te impuso. Yahveh estaba dispuesto a confirmar tu realeza sobre Israel para siempre.


Lejos de ti tal cosa. Lejos de ti hacer morir al justo con el pecador, y que tenga el justo el mismo trato que el impío. ¿No hará justicia el juez de toda la tierra?'.


Tomad el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios.


Después dijo Samuel: 'Traedme a Agag, rey de Amalec'. Se acercó a él Agag, tembloroso, mientras se decía: 'Ciertamente ha pasado ya el amargor de la muerte'.


Pero Samuel le dijo: 'Así como tu espada ha privado de sus hijos a las mujeres, así, entre las mujeres, tu madre será privada de hijo'. Y Samuel degolló a Agag ante Yahveh en Guilgal.


'Hijo de hombre, laméntate por la multitud de Egipto y hazla bajar, a ella y a las hijas de las naciones poderosas, al país de los abismos, con los que bajan a la fosa.


La llama devorará sus retoños, y el viento se llevará su flor.


Por eso, profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre'.


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