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Números 29:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 El día diez de ese séptimo mes tendréis asamblea santa, ayunaréis y no haréis ningún trabajo servil.

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Biblia Reina Valera 1960

7 En el diez de este mes séptimo tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas; ninguna obra haréis;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 »Diez días después, el décimo día del mismo mes, convoquen otra asamblea santa. Ese día, el Día del Perdón, el pueblo no debe comer ni hacer ningún trabajo habitual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El día décimo del mismo mes séptimo, ustedes tendrán una reunión sagrada: ayunarán y no harán ningún trabajo de trabajador.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 El día décimo de este mes séptimo tendréis una santa convocación y humillaréis vuestras almas.° Ningún trabajo haréis.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y en el día diez de este mes séptimo tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas; ninguna obra haréis;

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Números 29:7
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entendamos bien esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado junto con Cristo, a fin de que fuera destruido el cuerpo del pecado, para que no seamos esclavos del pecado nunca más.


Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.


'Pero sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración, y mirarán a aquel a quien ellos mismos traspasaron. Harán duelo por él como se hace duelo por el hijo único y llorarán amargamente por él como se llora amargamente por el primogénito.


Os invitaba el Señor, Yahveh Sebaot, aquel día, al llanto y al lamento, a raparos la cabeza y ceñir sayal.


Y allí, a la orilla del río Ahavá, pregoné un ayuno para humillarnos ante nuestro Dios, con el fin de impetrar de él un feliz viaje para nosotros, para nuestros hijos y toda nuestra hacienda.


al contrario, doy puñetazos a mi cuerpo y lo arrastro como a vencido, no sea que después de predicar a los demás quede yo descalificado.


Nada de eso -os lo digo yo-; y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera'.


Nada de eso -os lo digo yo-; y si no os convertís, todos pereceréis igualmente.


En cuanto a mí, cuando eran ellos quienes padecían, mi vestido era el saco, humillaba el vigor con el ayuno, y en mi seno repetía mi plegaria.


Transcurrido mucho tiempo y resultando ya peligrosa la navegación por haber pasado ya el ayuno, Pablo les aconsejaba,


y preguntar a los sacerdotes del templo de Yahveh Sebaot y a los profetas lo siguiente: '¿Debo hacer duelo y guardar abstinencia el quinto mes, como lo he hecho durante tantos años?'.


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