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Nehemías 2:19 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Cuando Sanbalat, el joronita, y Tobías, el siervo amonita, y Guese, el árabe, lo supieron, se rieron de nosotros y nos despreciaron diciendo: 'Qué estáis haciendo? ¿Es que os rebeláis contra el rey?'.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías y Gesem el árabe se enteraron de nuestro plan, se burlaron con desprecio. —¿Qué están haciendo? —preguntaron—. ¿Se rebelan contra el rey?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Cuando Sambalat el horonita, Tobías, el funcionario amonita, y Guesén el árabe supieron eso se burlaban de nosotros. Nos miraban con desprecio: '¿Qué están haciendo, nos decían, acaso quieren rebelarse contra el rey?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Pero cuando Sanbalat horonita, y Tobías, el siervo amonita, y Gesem el árabe,° lo oyeron, se burlaron de nosotros y nos dijeron despectivamente: ¿Qué estáis haciendo vosotros? ¿Acaso os rebeláis contra el rey?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Mas habiéndolo oído Sanbalat horonita, y Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?

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Nehemías 2:19
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

En ella había escrito: 'Corre el rumor entre esta gente -y Guesen lo confirma- de que tú y los judíos pensáis rebelaros, y que por eso estás reconstruyendo la muralla. Según estas noticias, tú serías su rey.


Y se burlaban de él. Pero él, echando a todos fuera, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que habían ido con él, y entra a donde estaba la niña.


Hubo quienes sufrieron prueba de ultrajes y de azotes, e incluso de cadenas y de cárcel.


Hemos descubierto que éste es un hombre pestífero y promotor de tumultos entre todos los judíos dispersos por el mundo, como cabecilla de la secta de los nazarenos.


Desde entonces Pilato intentaba soltarlo. Pero los judíos continuaron gritando: 'Si sueltas a éste, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey se opone al César'.


Y comenzaron a acusarlo: 'Hemos encontrado a este hombre, que pervierte a nuestro pueblo prohibiendo pagar los tributos al César y diciendo que él es Cristo rey'.


Siempre que hablo, tengo que gritar: ¡violencia y opresión! Esto es lo que proclamo. La palabra de Yahveh me resulta oprobio y escarnio todo el día.


Tú nos das a comer un pan de llanto y a beber mares de lágrimas.


Nos hemos convertido en escarnio de vecinos, irrisión y ludibrio para los que nos rodean.


Y ahora se ríen de mí los que tienen menos años que yo, a cuyos padres yo consideraba indignos de figurar al frente de los perros de mi grey.


En realidad, lo que todos ellos intentaban era infundirnos miedo, porque pensaban: 'Sus manos desistirán de la obra, y no se llevará a cabo'. Pero yo me reafirmé más todavía.


Cuando Sanbalat y Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod supieron que progresaba la restauración de las murallas de Jerusalén, y que habían empezado a cerrarse las brechas, se irritaron sobremanera,


Al enterarse de ello Sanbalat, el joronita, y Tobías, el siervo amonita, les pareció muy mal que hubiera llegado alguien para procurar el bien a los israelitas.


dijo: 'Retiraos; que la niña no ha muerto, sino que está durmiendo'. Y se burlaban de él.


Uno de los hijos de Joadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de Sanbalat, el joronita, y lo arrojé de mi lado.


Bastante se ha saciado nuestra alma de las burlas del holgado, de las afrentas del soberbio.


Después Ismael hizo prisioneros a todo el resto de la población que había en Mispá, a las hijas del rey y a toda la población que había quedado en Mispá y que Nebuzardán, jefe de la escolta, había confiado a Godolías, hijo de Ajicán. Tras hacerlos prisioneros, Ismael, hijo de Netanías, se puso en camino para pasar a los amonitas.


Tú nos haces burla de vecinos, los enemigos se mofan de nosotros.


Tú crees que las meras palabras de los labios son consejo y fuerza para la guerra. Ahora bien, ¿en quién confías para que rebelarte contra mí?


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