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Lamentaciones 3:56 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

56 Has oído mi voz: ¡no cierres tus oídos a mis gemidos y clamores!

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Biblia Reina Valera 1960

56 Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

56 Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego! ¡Oye mi grito de socorro!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

56 Oye mi grito: no cierres tu oído a mi oración.

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La Biblia Textual 3a Edicion

56 q Y oíste mi voz: ¡No cierres tu oído al clamor de mis suspiros!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

56 Oíste mi voz; no escondas tu oído a mi suspiro, a mi clamor.

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Lamentaciones 3:56
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Del director. Con instrumentos de cuerda. Maskil. De David.


haciendo que llegue hasta él el gemido del débil y escuche el grito de los pobres.


De igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos qué debemos pedir cuando oramos; sin embargo, el Espíritu mismo intercede con gemidos intraducibles en palabras.


'Vuelve y di a Ezequías: así habla Yahveh, Dios de David, tu antepasado: he oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy, pues, a curarte, de suerte que dentro de tres días podrás subir al templo de Yahveh. Añadiré a tus días quince años más


He. Poned en él los ojos, estad radiantes y no tengáis los rostros abatidos.


pero Dios me ha escuchado, ha atendido el clamor de mi plegaria.


Pero tú, Señor, eres mi escudo, mi honor y el que levanta mi cabeza.


Su oración, y cómo fue atendido, todos sus pecados y prevaricaciones, los sitios en que construyó los lugares altos y colocó las aserás y los ídolos, antes de haberse humillado, están consignados en los relatos de los videntes.


Le suplicó, y Dios accedió, oyó su oración y le hizo volver a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Yahveh es Dios.


Presta oído, Señor, a mis palabras, considera mi lamento;


escucha el rumor de mis gemidos, tú, mi rey y mi Dios, que a ti va mi plegaria.


Escucha, oh Dios, mis ruegos, y no te desentiendas de mi súplica:


A la tarde, a la mañana, al mediodía, me lamento y suspiro, y él oirá mi voz.


Escucha ahora, Dios nuestro, la oración de tu siervo y sus súplicas, y haz brillar tu rostro sobre tu santuario devastado, por amor de ti mismo, Señor.


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