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Lamentaciones 2:10 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yod. En tierra están, sentados y mudos, los ancianos de la hija de Sión; echaron ceniza sobre sus cabezas, se ciñeron de saco; bajaron la cabeza hasta el suelo las doncellas de Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion; Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los líderes de la bella Jerusalén se sientan en el suelo en silencio; están vestidos de tela áspera y se echan polvo sobre la cabeza. Las jóvenes de Jerusalén bajan la cabeza avergonzadas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Los ancianos de la Hija de Sión, en silencio, están sentados en tierra; se echaron ceniza en la cabeza, se vistieron de saco. Las jóvenes de Jerusalén inclinan hasta el suelo la cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y Sentados en tierra, guardan silencio los ancianos de Sión, Ceñidos de cilicio, echan polvo sobre sus cabezas. Humillan hasta el suelo su cabeza las doncellas de Jerusalem.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

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Lamentaciones 2:10
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Se lamentarán y gemirán sus puertas, y tú, desolada, te sentarás en tierra.


En sus calles se ciñen de saco, en sus terrazas se lamentan, en sus plazas todos gimen, se deshacen en llanto.


Gemirán las cantoras del palacio en aquel día -oráculo del Señor Yahveh-. Los cadáveres serán numerosos; a cualquier lugar se les arrojará en silencio'.


Se ceñirán de saco, los cubrirá el terror; todas las caras sonrojadas; todas las cabezas rapadas.


Yod. se sentará solitario y callará cuando Dios se lo impone.


Dálet. Los caminos de Sión están de luto, porque nadie acude a las fiestas; desiertas están todas sus puertas, sus sacerdotes gimen, se afligen sus doncellas, y ella misma está colmada de amargura.


Álef. ¡Ay, cómo se sienta solitaria la ciudad populosa! Es como una viuda la grande entre las naciones. La princesa entre las provincias está sujeta a tributo.


Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel; siéntate en el suelo, sin trono, hija de los caldeos; que ya no te llamarán la mimada, la delicada.


Entonces Josué rasgó sus vestiduras y cayó rostro en tierra ante el arca de Yahveh hasta el atardecer, junto con los ancianos de Israel, y esparcieron polvo sobre sus cabezas.


Echaron polvo sobre sus cabezas y gritaban llorando y lamentándose, diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, de cuya opulencia se enriquecieron cuantos tenían las naves en el mar! Porque en una hora quedó desierta.


Desfallecerán de sed en aquel día las jóvenes hermosas y los jóvenes,


Por eso, el prudente se calla en esta hora, porque es hora de infortunio.


Laméntate como joven ceñida de saco por causa del esposo de su juventud.


Se raparán el cabello por tu causa, se ceñirán de saco; llorarán por ti con amargura de alma, con acerbo llanto.


Los ancianos no acuden a la puerta, los jóvenes han dejado sus cantares.


Con sus manos colgaron a los príncipes, no respetaron la faz de los ancianos.


Pe. El rostro de Yahveh los dispersó, no volverá a mirarlos. No hubo respeto a los sacerdotes, no se tuvo piedad de los ancianos.


He. Los que comían manjares exquisitos desfallecen por las calles; los que se criaron entre púrpura se acuestan en los basureros.


¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos y entremos en las ciudades amuralladas y perezcamos allí; pues Yahveh, nuestro Dios, nos destina a perecer y nos da para beber agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh.


Siéntate en silencio y entra en la oscuridad hija de los caldeos, que ya no te llamarán soberana de reinos.


Eliaquín, hijo de Jilquías, mayordomo del palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequías con las vestiduras rasgadas y le refirieron las palabras del copero mayor.


Tamar se echó ceniza sobre la cabeza y rasgó su larga túnica de mangas, se cubrió la cabeza con las manos y se fue dando gritos.


Y sucederá que: en vez de perfume habrá podredumbre; en vez de ceñidor, una cuerda; en vez de trenzas, calva; en vez de lujosos vestidos, faja de saco; en vez de bello rostro, cicatrices.


Darán grandes voces por ti y gritarán amargamente; se echarán polvo en la cabeza, se revolcarán en la ceniza.


La noticia llegó al rey de Nínive, quien se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de saco y se sentó en la ceniza.


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