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Jueces 9:15 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Y la zarza respondió a los árboles: 'Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano''.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Y la zarza espinosa respondió a los árboles: 'Si realmente quieren hacerme rey y que los mande, vengan y quédense bajo mi sombra. Si no, saldrá fuego de la zarza espinosa y devorará hasta el cedro del Líbano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Y la zarza dijo a los árboles: ¡Si en verdad queréis ungirme por rey sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra! De lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 Y el escaramujo respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra; y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano.

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Jueces 9:15
19 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Bajan a Egipto, sin consultar mi oráculo, para refugiarse en la protección del Faraón, para cobijarse a la sombra de Egipto.


Se extenderán sus retoños, será su esplendor como el del olivo y su aroma como el del Líbano.


contra todos los cedros del Líbano, los más altos y más elevados, contra todas las encinas de Basán;


Pero, si no es así, que salga fuego de Abimélec y devore a los principales de Siquén y de Bet Miló, y que salga fuego de los principales de Siquén y de Bet Miló y devore a Abimélec.'


Dejad sólo en la tierra el tocón y las raíces, atado con cadenas de hierro y de bronce, entre la hierba de los campos; que se empape del rocío del cielo, y comparta con las bestias el forraje.


Salió fuego de uno de sus vástagos que devoró sarmientos y frutos. No queda en ella vástago robusto, cetro que pueda reinar'.' Es una elegía y se canta como elegía.


Por boca de tus mensajeros has escarnecido a mi Señor y has dicho: con la multitud de mis carros he subido a las cumbres de los montes, a las cimas del Líbano. He talado sus más altos cedros, sus más escogidos cipreses. Penetré en sus lugares más remotos, en sus más frondosos bosques.


Los árboles augustos se saturan y los cedros del Líbano, plantados,


Joás, rey de Israel, envió a Amasías, rey de Judá, esta respuesta: 'El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: 'Dame tu hija para esposa de mi hijo'. Pero pasaron las bestias salvajes del Líbano y pisotearon al cardo'.


Porque fuego salió de Jesbón, llama de la ciudad de Sijón, que ha devorado a Ar Moab, a los baales de las alturas del Arnón.


con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la mayor de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que los pájaros del cielo pueden venir y anidar en sus ramas'.


He aquí un cedro del Líbano de hermoso ramaje, un bosque de sombra de elevada talla; hasta las nubes se elevaba su copa.


Será como estopa el hombre robusto y su obra, chispa; arderán a una los dos sin que nadie los apague.


Y toda la gente cortó cada uno una rama, siguieron tras de Abimélec, echaron las ramas sobre la cripta y le prendieron fuego. Así perecieron todos los que estaban en la torre de Siquén: unas mil personas entre hombres y mujeres.


Dijeron entonces los árboles todos a la zarza: '¡Ven tú, y reina sobre nosotros!'.


'Ahora bien, ¿habéis procedido con verdad y con rectitud al elegir rey a Abimélec? ¿Os habéis portado bien con Yerubaal y con su casa? ¿Lo habéis tratado conforme a los méritos de sus hechos?


Una voz: el Señor quiebra los cedros, quiebra Yahveh los cedros en el Líbano,


Abimélec y su grupo atacaron y tomaron posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los otros dos grupos cargaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.


Res. Nuestro aliento vital, el ungido de Yahveh, fue atrapado en sus fosos: aquel de quien decíamos: 'A su sombra viviremos entre las naciones'.


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