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Josué 2:19 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Todo el que saliere de las puertas de tu casa será responsable de su sangre, y nosotros seremos inocentes. Pero del que permanezca contigo en tu casa responderemos con nuestras cabezas si la mano de alguien lo toca.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Si salen a la calle y los matan, no será nuestra culpa; pero si alguien les pone la mano encima a los que estén dentro de esta casa, nos haremos responsables de su muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Si alguno de entre ellos abre la puerta y sale de la casa, será responsable de su muerte y nosotros quedaremos libres, pero si los nuestros ponen la mano encima de cualquiera que esté contigo en tu casa, nosotros seremos responsables.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 pues acontecerá que la sangre de todo aquel que salga fuera de las puertas de tu casa, caerá sobre su propia cabeza, y nosotros estaremos sin culpa, pero la sangre de cualquiera que esté contigo en la casa caerá sobre nuestra cabeza, si mano alguna lo toca.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros seremos sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

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Josué 2:19
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

dijo Pablo al centurión y a los soldados: 'Si ésos no se quedan en la nave, vosotros no podréis salvaros'.


Pero ellos le opusieron resistencia y respondieron con ultrajes, por lo que él, sacudiéndose el vestido, les dijo: 'Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas. Yo estoy limpio. Desde ahora me dirigiré a los gentiles'.


Cuando Yahveh pase para herir a los egipcios y vea la sangre sobre el dintel y sobre las dos jambas, pasará de largo ante aquella puerta y no dejará que el exterminador entre en vuestras casas para herir.


La sangre será en vuestras casas la señal que distinguirá los lugares donde moráis. Al ver yo la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre vosotros plaga de exterminio cuando yo hiera la tierra de Egipto.


¿de cuánto más duro castigo pensáis que será reo el que ha pisoteado al Hijo de Dios, ha tenido por impura la sangre de la alianza con la que fue consagrado y ha ultrajado al Espíritu de la gracia?


y ser hallado en él, no por retener una justicia mía -la que proviene de la ley-, sino la justicia por la fe en Cristo, la que proviene de Dios y está basada en la fe,


Por ello quiero daros claro testimonio en el día de hoy de que estoy limpio de la sangre de todos,


y el que esté en la terraza no baje a recoger lo que hay en su casa,


Yahveh hará recaer su sangre sobre su propia cabeza, porque mató a dos hombres más justos y mejores que él, a los que asesinó con la espada sin saberlo mi padre David: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasá, hijo de Yéter, jefe del ejército de Judá.


¿cuánto más ahora que unos malvados han asesinado a un hombre honrado en su casa y sobre su lecho, no he de reclamar su sangre de vuestras manos, exterminándoos de la tierra?'


David le dijo: 'Caiga tu sangre sobre tu cabeza, pues tu boca testificó contra ti cuando dijiste: 'Yo he dado muerte al ungido de Yahveh''.


Los hombres le respondieron: 'Nuestras vidas a cambio de las vuestras, a condición de que no delates nuestros designios. Cuando Yahveh nos entregue el país, te trataremos con benevolencia y lealtad'.


Si alguno se acuesta con la mujer de su padre, descubriendo la desnudez de su padre, los dos morirán sin remisión. Su sangre caerá sobre ellos.


Quien maldijere a su padre o a su madre morirá sin remisión. Por haber maldecido a su padre y a su madre su sangre caerá sobre él.


Ahora, pues, juradme por Yahveh que, puesto que os he tratado con benevolencia, con benevolencia trataréis a la casa de mi padre; y me habéis de dar una señal cierta:


Con todo, si tú delatas nuestros designios, quedaremos desligados del juramento que nos has obligado a hacer'.


Tomaréis después un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre, que estará en un recipiente, y untaréis el dintel y las dos jambas. Ninguno de vosotros saldrá de casa hasta la mañana.


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