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Jeremías 50:27 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Haced matanza en sus toros: bajen todos al matadero ¡ay de ellos!, pues ha llegado su día, el tiempo de su castigo.

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Biblia Reina Valera 1960

27 Matad a todos sus novillos; que vayan al matadero. ¡Ay de ellos! pues ha venido su día, el tiempo de su castigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Maten incluso a sus becerros; ¡para ellos también será terrible! ¡Masácrenlos a todos! Pues ha llegado el día del juicio a Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Degüellen todos sus novillos, que marchen al matadero. ¡Ay de ellos, porque ha llegado su día, la hora de su castigo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 ¡Pasad a cuchillo a todos sus novillos° Y desciendan ellos al matadero! ¡Ay de ellos! Pues ha llegado su día, El tiempo de su visitación.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

27 Matad todos sus novillos; que vayan al matadero. ¡Ay de ellos! porque ha venido su día, el tiempo de su castigo.

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Jeremías 50:27
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

También sus mercenarios son como novillos cebados; pero también ellos se vuelven, huyen a una, no resisten, pues les llega el día de su ruina, el tiempo de su castigo.


Caerán búfalos con ellos, novillos junto con toros. Se empapará de sangre su tierra, su polvo se impregnará de grasa.


Quien huya del terror caerá en la trampa; quien suba de la trampa será prendido en la traba, pues traeré esto a Moab el año de su castigo -oráculo de Yahveh-.


pero el Señor se ríe ante sus cuentas, viendo llegar su día.


No te alejes de mí, pues la angustia está cerca, y no hay otro que me ampare.


Vi después un ángel de pie sobre el sol, que gritaba con gran voz a todas las aves que vuelan en lo más alto del cielo: 'Venid, congregaos para el gran festín de Dios;


de pie, a lo lejos, por el temor de su tormento, diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, de Babilonia, de la ciudad poderosa! Porque en una hora ha venido tu castigo'.


Sin. Oye cómo gimo: no tengo quien me consuele. Todos mis enemigos supieron mi desgracia, se alegraron por lo que tú hiciste. ¡Haz venir el día que anunciaste, y entonces serán como yo!


Heme aquí contra ti, insolencia, -oráculo del Señor Yahveh Sebaot-, porque ha llegado tu día, el tiempo en que yo te castigue.


Exultad, pues; sí, regocijaos, expoliadores de mi heredad; brincad como becerros en la otoñada, relinchad como los sementales.


Todas las naciones le servirán, a él, a su hijo y al hijo de su hijo, hasta que también a su país le llegue el tiempo en que naciones numerosas y reyes poderosos lo esclavicen.


De su destino se espanta el Occidente, se llena el Oriente de terror.


Yahveh, tú me conoces, me ves, sabes que mi corazón está contigo. Sepáralos como ovejas para el matadero, conságralos para el día de la matanza.


Ululad, pastores, y gritad; revolcaos, mayorales del rebaño, porque han llegado los días de vuestro degüello y de vuestra dispersión: caeréis como objeto precioso.


¡Maldito quien haga la obra de Yahveh con negligencia! ¡Maldito quien prive de sangre a su espada!


El devastador de Moab sube contra él, la flor de sus jóvenes baja al matadero -oráculo del Rey, cuyo nombre es Yahveh Sebaot-.


Como corderos los bajaré al matadero, como carneros y machos cabríos.


El centinela responde: 'Llegó la mañana y luego la noche. Si queréis preguntar, preguntad. Volved, llegad'.


La espada de Yahveh chorrea sangre, grasienta como el sebo, sangre de corderos y cabritos, sebo de entrañas de carneros. Pues Yahveh inmola un sacrificio en Bosrá, una gran matanza en el país de Edom.


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