Se comprarán campos con dinero, se escribirán contratos y se sellarán y se requerirán testigos en el territorio de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las ciudades de la montaña, en las ciudades de la llanura y en las ciudades del Negueb, pues cambiaré su suerte -oráculo de Yahveh-.
y entregué el documento de compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Majsías, a la vista de Janamel, hijo de mi tío, a la vista de los testigos que habían suscrito el documento de compra y a la vista de todos los judíos que estaban en el patio de la guardia,
Y sin embargo, tú, Señor Yahveh, me has dicho: 'Cómprate el campo con dinero y requiere testigos', cuando la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos'.
Se les ordenó que no dañasen la hierba de la tierra, ni nada verde ni árbol alguno, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes.
Vi a otro ángel que subía de la parte del oriente y tenía el sello de Dios vivo. Y gritó con gran voz a los cuatro ángeles a quienes fue dado poder para dañar a la tierra y al mar,
En él también vosotros, después de haber oído la palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación; en él también, después de haber creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
No trabajéis por conseguir el alimento perecedero, sino el que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque éste es el que el Padre, Dios, ha marcado con su sello'.
Ponme de sello sobre tu corazón, como sello en tu brazo, pues fuerte es el amor como la muerte, y fiera la pasión como el seol. Sus ardores son rayos de una hoguera, una llama divina.
Partieron, pues, los hombres, recorrieron el territorio y lo describieron en un libro por ciudades, dividiéndolo en siete partes; luego se presentaron a Josué en el campamento de Siló.
Abrahán llegó a un acuerdo con Efrón. Pesó Abrahán para Efrón, en presencia de los hijos de Het, el dinero convenido: cuatrocientos siclos de plata de buena ley entre comerciantes.
Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí, precisamente cuando pasaba el que tenía derecho de rescate, del que había hablado Booz, y le dijo: 'Oye, fulano, acércate y siéntate aquí'. Se acercó y se sentó.