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Jeremías 31:40 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Y todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, y todos los campos hasta el torrente Cedrón, hasta el ángulo de la Puerta de los Caballos, al este, serán cosa santa para Yahveh. No se arrancará ni se destruirá nunca más.

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Biblia Reina Valera 1960

40 Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 y el área entera —incluidos el cementerio y el basurero de cenizas en el valle, y todos los campos en el oriente hasta el valle de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos— será santa al Señor. Nunca más la ciudad será conquistada ni destruida».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Y todo el valle de los muertos y de la ceniza, y los campos que limitan con el torrente de Cedrón hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, al este, serán consagrados a Yavé. ¡Ya no volverán a ser destruidos ni declarados malditos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina del portal de los Caballos, hacia el oriente, estarán consagrados a YHVH. Nunca más será devastada ni destruida.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

40 Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

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Jeremías 31:40
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Toda la gente iba llorando a voz en grito, mientras el rey pasaba el torrente Cedrón y avanzaba la gente camino del desierto.


Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró él con sus discípulos.


La empujaron con las manos, y cuando ella llegó al palacio real por el camino de la puerta de los Caballos, allí la mataron.


La empujaron con las manos, y cuando ella llegó al palacio real por el camino de la Puerta de los caballos, allí la mataron.


Aquel día, hasta en los cascabeles de los caballos estará escrito: 'Consagrado a Yahveh'; las ollas en el templo de Yahveh serán copas de libación ante el altar.


Desde la puerta de los Caballos trabajaron en la restauración los sacerdotes, cada cual frente a su casa.


Demolió los altares que había en la terraza de la cámara alta de Ajaz, erigidos por los reyes de Judá, así como los altares que había erigido Manasés en los dos patios del templo de Yahveh; los sacó de allí, los redujo a polvo y arrojó el polvo al torrente Cedrón.


Hizo sacar la aserá del templo de Yahveh a las afueras de Jerusalén, al torrente Cedrón y allí la quemó; la redujo a cenizas y las arrojó en la fosa común de la plebe.


Perímetro: dieciocho mil codos. Desde aquel día, el nombre de la ciudad será 'Yahveh está allí'.'


No les ocultaré más mi rostro, porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel -oráculo del Señor Yahveh.'


Residirán en el país que le di a mi siervo Jacob, en el cual residieron vuestros padres; en él vivirán para siempre ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos; y mi siervo David será siempre su príncipe.


Me hizo pasar por entre todos ellos y vi que había muchísimos a lo largo de la llanura. Estaban completamente secos.


Ahora, pues, así dice Yahveh, Dios de Israel, acerca de esta ciudad, de la que vosotros decís: 'Va a ser entregada en mano del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la peste'.


Unas veces determino con respecto a una nación o a un reino, arrancar, arrasar y destruir;


y los dispersarán ante el sol y la luna y ante todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, tras de los cuales anduvieron, a quienes consultaron y adoraron. No serán recogidos ni enterrados; servirán de estiércol sobre la superficie de la tierra.


así dice Yahveh, tu Señor, tu Dios, que defiende a su pueblo: 'Mira: retiro de tu mano la copa del vértigo; el cáliz, la copa de mi ira ya no volverás a beberla;


Hoy te confío las naciones y los reinos para arrancar y arrasar, para destruir y derruir, para edificar y plantar.


Como habíamos oído, así hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos. En la ciudad de nuestro Dios: Dios la tiene fijada para siempre. Selah


Habitarán en ella, y no habrá más anatemas, sino que Jerusalén será habitada en seguridad.


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