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Jeremías 18:23 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Yahveh, tú bien conoces todo su plan contra mí para matarme. No perdones su iniquidad, no borres de tu presencia su pecado. ¡Sean derribados ante ti! Al tiempo de tu ira actúa contra ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Señor, tú conoces todos sus planes para matarme. No perdones sus crímenes ni borres sus pecados; que caigan muertos ante ti. En tu enojo encárgate de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Tú, Yavé, conoces en detalle sus planes asesinos contra mí. No perdones su crimen ni se te olvide su pecado. ¡No pierdas de vista su destrucción, cuando se desate tu cólera, actúa, no más, contra ellos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Pero Tú, oh YHVH, conoces sus designios homicidas contra mí: No perdones su iniquidad, Ni borres de tu vista sus pecados, Y sean derribados delante de ti. Trata con ellos en el tiempo de tu ira.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Mas tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro: y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu ira.

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Jeremías 18:23
28 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Confundidos se vean y humillados los que buscan mi vida, retrocedan en deshonra los que fraguan mi mal.


Será abatido el hombre, el mortal será humillado. ¡No los perdones!


Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,


que éstos son días de venganza, en los que ha de cumplirse todo lo que está escrito.


Entonces dijeron ellos: 'Vamos a urdir planes contra Jeremías, pues no perecerá la ley por falta de sacerdotes, ni el consejo por falta de sabios, ni la palabra por falta de profetas. Vamos a herirlo en la lengua y no prestaremos atención a sus palabras'.


Tú lo sabes, Yahveh: acuérdate de mí y cuídame, véngame de mis perseguidores. No me dejes perecer a causa de tu paciencia, sabe que por ti soporto ultrajes.


Deberían avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el día en que yo los visite se desplomarán -dice Yahveh-.


¿Qué haréis el día del castigo, ante el desastre que llega de lejos? ¿A quién acudiréis en busca de auxilio y dónde dejaréis vuestra riqueza?


sin culpa en mí, se agitan y se aprestan: despierta, ven y ve.


Es el tiempo de obrar para el Señor: se ha conculcado tu ley.


Deberían avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el día en que yo los visite se desplomarán.


Por eso, así dice Yahveh: Mirad que estoy poniendo a este pueblo tropiezos en los que tropezarán padres e hijos a la vez, vecino con vecino perecerán.


Por eso, así dice el Señor Yahveh: mirad que mi ira y mi furor se va a volcar en este lugar sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; y arderá sin apagarse'.


Tendrás que soltar tu mano de la herencia que te había dado, y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces; pues fuego se ha encendido en mi ira que arderá eternamente.


Y cuando Jeremías acabó de decir todo lo que Yahveh le había mandado decir a todo el pueblo, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo lo prendieron, diciendo: 'Tienes que morir sin remisión.


Los sacerdotes y los profetas hablaron entonces a los príncipes en estos términos: 'Este hombre es reo de muerte, pues ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos'.


Los jefes se encolerizaron contra Jeremías, lo golpearon y lo metieron en la prisión de la casa de Jonatán, el secretario, convertida en cárcel.


Los jefes dijeron al rey: 'Hay que matar a este hombre, porque de este modo debilita las manos de los combatientes que quedan en esta ciudad y las manos de toda la población, diciéndoles semejantes cosas. Es claro que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino el mal'.


¿Tendrán de su maldad una evasión? A la furia de los pueblos arrójalos, oh Dios.


Véanse avergonzados mis perseguidores, pero no sea yo avergonzado; sean aterrorizados ellos, pero no sea yo aterrorizado. Trae sobre ellos el día de la desgracia y destrúyelos con doble destrucción.


Tú ves sus deseos de venganza, todas sus maquinaciones contra mí.


Sin. Tú oyes, Yahveh, sus insultos, todas sus maquinaciones contra mí.


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