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Isaías 65:1 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Me dejo encontrar por quienes por mí no preguntan, me dejo hallar por los que no me solicitan. Digo: '¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!' a una nación que no invoca mi nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 El Señor dice: «Estaba listo para responder, pero nadie me pedía ayuda; estaba listo para dejarme encontrar, pero nadie me buscaba. “¡Aquí estoy, aquí estoy!”, dije a una nación que no invocaba mi nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Me he dejado hallar por los que no preguntaban por mí y me he dejado encontrar por los que no me buscaban. Dije: 'Aquí me tienen' a una nación que no invocaba mi nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Me dejé buscar por los que no preguntaban por mí; Me dejé hallar por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi Nombre: ¡Heme aquí, heme aquí!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Fui buscado de los que no preguntaban por mí; fui hallado de los que no me buscaban. Dije a una nación que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí.

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Isaías 65:1
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Luego Isaías se atreve a decir: Me dejé encontrar por los que no me buscaban, me manifesté a quienes no preguntaban por mí.


Los que en un tiempo erais 'no pueblo', ahora sois pueblo de Dios; los que erais 'no compadecidos', ahora sois los compadecidos.


Volved a mí y seréis salvos, confines todos de la tierra; que yo soy Dios y no hay otro.


¿Qué diremos, pues? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han hallado justicia -pero una justicia que viene de la fe-;


Al día siguiente, Juan ve a Jesús que viene hacia él, y entonces dice: 'Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.


Pero ahora, así dice Yahveh, que te creó, Jacob, que te formó, Israel: 'No temas, pues te redimo, te llamo por tu nombre, eres mío.


Los pobres comerán hasta saciarse, los que buscan al Señor lo alabarán: su corazón ha de vivir por siempre.


¡Vamos! Sálvate en Sión, tú que moras en Babel.


Mira: a gente que no conoces llamarás, y gentes que no te conocen correrán hacia ti por amor de Yahveh, tu Dios, del Santo de Israel, que te glorifica.


Sucederá en aquel día; la raíz de Jesé se erguirá como estandarte de los pueblos, la buscarán las naciones, y gloriosa será su morada.


Somos desde hace tiempo como aquellos a los que tú no gobiernas, sobre los que no se invoca tu nombre.


Yo, el primero, dije a Sión: 'Mira: están aquí, y a Jerusalén envío un mensajero de dicha'.


Sube a un monte elevado, mensajera de Sión. Alza con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén. Álzala sin miedo, di a las ciudades de Judá: mirad a vuestro Dios.


Miró hacia atrás y, al verme, me llamó. Yo le contesté: 'Aquí estoy'.


Cuando la vio Jesús, la llamó junto a sí y le dijo: 'Mujer, ya estás libre de tu enfermedad'.


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