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Isaías 57:17 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Por su pecado de avaricia me enojé, lo herí, escondiéndome, enojado; él seguía obstinado su camino preferido;

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Biblia Reina Valera 1960

17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Estaba enojado, así que castigué a este pueblo tan avaro. Me aparté de ellos, pero continuaron por su propio terco camino.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Corría tras las ganancias injustas; me enojé por un momento, le pegué y en mi enojo le escondí mi cara. Pues él, rebelde, no hacía más que seguir las indicaciones de su corazón,

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Por la iniquidad de su codicia me irrité por un momento, Lo herí, y me oculté indignado; Pero él siguió andando perversamente en el camino de su corazón.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

17 Por la iniquidad de su codicia me enojé y lo herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.

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Isaías 57:17
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Estos perros voraces, que no conocen la hartura, son los pastores que no saben atender; todos ellos van a lo suyo, cada uno a su lucro sin excepción.


Haced morir, pues, cuanto hay de terreno en vosotros: lujuria, impureza, pasión, deseo malo, y la sed de lucro, que es una idolatría.


Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos andan buscando su provecho; y desde el profeta al sacerdote, todos ellos obran con engaño.


Tienen sus ojos cargados de pasión por la adúltera, son insaciables en el pecado, seducen a las almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la avaricia, son hijos de maldición.


Pues los que intentan enriquecerse, caen por ello mismo en tentación y trampa, o sea, en múltiples afanes locos y nocivos, que hunden a los hombres en ruina y perdición.


Entonces les dijo: 'Guardaos muy bien de toda avidez, porque no por estar uno en la abundancia los bienes que posee le garantizan la vida'.


Se acercan a ti como a una asamblea popular y mi pueblo se sienta delante de ti; oyen tus palabras, pero no las cumplen, porque de boca muestran mucho afecto, pero su corazón va tras sus negocios.


Pero tus ojos y tu corazón sólo piensan en tus ganancias, en derramar sangre inocente, en ejercer opresión y violencia.


Por eso daré sus mujeres a otros, sus campos a conquistadores, porque desde el menor al mayor, todos ellos andan buscando su provecho; y desde el profeta al sacerdote, todos ellos obran con engaño.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


En vano castigué a vuestros hijos, no aprendieron la lección; vuestra espada devoró a vuestros profetas como león desgarrador.


Cierto, tú eres un Dios que se esconde, Dios de Israel, salvador.


Y Yahveh cortó de Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo día.


Aguardaré a Yahveh, que oculta su rostro a la casa de Jacob, y en él esperaré.


¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, ralea de malhechores, hijos corrompidos! Abandonaron a Yahveh, despreciaron al Santo de Israel, se volvieron atrás.


Más vale ser realista que perderse en cavilaciones. También eso es vanidad y atrapar viento.


Empujados por la avaricia, se aprovecharán de vosotros con discursos mentirosos. Hace ya tiempo que ni su condenación está ociosa ni su perdición dormida.


Su país está lleno de plata y de oro: no tienen fin sus tesoros; su país está lleno de caballos, no tienen fin sus carrozas.


¿Quién entregó a Jacob al saqueo, y a Israel a los ladrones? ¿No fue Yahveh contra quien pecamos? Pues no quisieron ir por sus caminos ni prestaron atención a su ley.


Tus santas ciudades están desiertas, Sión en desierto se ha convertido, Jerusalén, en desolación.


Quien inmola un toro, también mata a un hombre; quien sacrifica una oveja, también desnuca a un perro; quien ofrece libación, también ofrece sangre de cerdo; quien presenta incienso, también alaba a un ídolo. Como ellos eligen sus propios caminos y su alma se complace en sus horrores,


Volved, hijos rebeldes -oráculo de Yahveh-, pues yo soy vuestro dueño, y os tomaré: a uno de una ciudad y a dos de una familia, y os llevaré a Sión.


Convertíos, hijos rebeldes, curaré vuestras rebeldías. Aquí estamos: venimos a ti; pues tú, Yahveh, eres nuestro Dios.


¡Tú, la que habitas junto a aguas caudalosas, rica en tesoros! Tu fin ha llegado, el plazo del corte de tu vida.


Estuve atento y oí: hablan como no deben nadie se arrepiente de su maldad diciendo: '¿Qué he hecho?'. Todos se precipitan en su carrera, como caballo lanzado al combate.


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