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Isaías 50:2 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 ¿Por qué, cuando vine, no había nadie; cuando llamé, nadie respondió? ¿Es demasiado corta mi mano para librar o no hay en mí fuerza para salvar? Mirad: con mi amenaza seco el mar, convierto los ríos en desierto; apestan sus peces por falta de agua y se mueren de sed.

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Biblia Reina Valera 1960

2 ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 ¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Se debe a que no tengo poder para rescatar? ¡No, no es esa la razón! ¡Pues yo puedo hablarle al mar y hacer que se seque! Puedo convertir los ríos en desiertos llenos de peces muertos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 O bien, ¿a quién debo yo dinero, y a quién los he vendido? Por culpa de sus pecados fueron vendidos y por sus infidelidades me divorcié de su madre. ¿Por qué, cuando llegué, no encontré a nadie, y cuando llamé, nadie me respondió? ¿Se me habrá acortado el brazo, que no alcanza a salvar, o será que ya no tengo fuerzas? Con un solo gesto dejo seco el mar y cambio los ríos en desiertos. Sus peces, sin agua, quedan en seco y mueren de sed.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¿Y por qué cuando Yo vengo no hay nadie, Y cuando llamó nadie responde? ¿Se ha acortado mi mano para redimir? ¿No tengo ya fuerza para salvar? He aquí, a mi reprensión se seca el mar, Convierto los ríos en desierto, Sus peces mueren de sed, Y hieden por la falta de agua.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 ¿Por qué cuando vine, no había nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano, que no puede redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto, sus peces hieden, y por falta de agua mueren de sed.

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Isaías 50:2
46 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Mirad que no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, y no es demasiado duro su oído para oír;


Yahveh respondió a Moisés: '¿Acaso ha perdido su vigor el brazo de Yahveh? Vas a ver ahora si lo que te he dicho se cumple en favor tuyo o no'.


también yo elijo sus ultrajes y traeré sobre ellos todo lo que temen, pues llamé y nadie respondió, hablé y no me escucharon; hicieron lo malo a mis ojos y lo que no me agrada eligieron'.


las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y alzaron, formando un embalse de gran extensión que llegaba hasta la ciudad de Adán, que está al lado de Sartán, y las que bajaban al mar de la Arabá, el mar de la Sal, quedaron totalmente cortadas, y así el pueblo pasó frente a Jericó.


¿Es que hay algo imposible para Yahveh? En el tiempo señalado, dentro de un año, volveré de nuevo y para entonces Sara tendrá un hijo'.


Mi pueblo sigue apostatando de mí; aunque invocan a lo alto, nadie los levanta.


Porque yo llamo y vosotros no hacéis caso, extiendo la mano y nadie atiende.


Ella vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.


Guímel. Increpa al mar y lo seca, evapora todos los ríos. Dálet. Languidecen el Basán y el Carmelo, la flor del Líbano se marchita.


Cuanto más los llamaba yo, más se apartaban de mí; sacrificaban a los baales y quemaban incienso a los ídolos.


Pues pecamos y procedimos inicuamente, alejándonos de ti, delinquimos en todo y no escuchamos tus preceptos;


¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante a un horno de fuego ardiente. ¿Y quién es el dios que podría libraros de mis manos?'.


pues os he enviado a su tiempo y sin cesar a todos mis siervos, los profetas, diciendo: 'Convertíos cada uno de vuestra mala conducta y enmendad vuestras obras, no vayáis tras otros dioses para servirlos, y así permaneceréis en el país que os di a vosotros y a vuestros padres', pero no habéis prestado oído ni me habéis escuchado.


a vosotros os destino a la espada, todos os encorvaréis para el degüello, porque os llamé y no respondisteis', hablé y no escuchasteis, hicisteis lo que a mis ojos es malo, lo que no me agrada elegisteis.


Vio que no había nadie, se asombró de que nadie interviniera. Entonces lo salvó su propio brazo, y su misma justicia lo sostuvo.


Así dice Yahveh, que abrió en el mar un camino y en las aguas caudalosas un sendero;


Desecaré montañas y colinas y agostaré todo su verdor; haré de los ríos, islotes y agotaré los pantanos.


Moisés extendió su mano sobre el mar y Yahveh hizo que se retiraran las aguas mediante un fuerte viento de oriente que estuvo soplando durante toda la noche. El mar se secó y las aguas se dividieron.


Los peces que había en el Nilo murieron, el Nilo apestaba y los egipcios no podían beber las aguas del río. Y hubo sangre en todo el territorio de Egipto.


Los peces que hay en el río morirán, y el Nilo apestará, de manera que todos los egipcios tendrán repugnancia de beber el agua del Nilo''.


Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.


Entonces él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: '¡Calla! ¡Enmudece!'. El viento amainó y sobrevino una gran calma.


Al amanecer, cuando clareaba el día, se levantó y fue a toda prisa al foso de los leones.


Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad, buscad por sus plazas a ver si encontráis a uno siquiera, a uno que practique la justicia, que busque la verdad, y la perdonaré.


el que los condujo, sin tropiezos, por los abismos, como un caballo por el desierto?


¿No fuiste tú quien secó el mar, las aguas del gran abismo, quien trazó un camino en las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?


Miré, y no había nadie, entre éstos, no había un consejero para que les preguntara y ellos me respondieran.


¿Quiénes son, de entre todos los dioses de aquellos países, los que han librado a su tierra de mi mano, para que libre Yahveh a Jerusalén de mi poder'.


Se secarán las aguas del mar, el río se agotará y se resecará;


Él convierte torrentes en desierto y en terreno sediento, manantiales;


Ahora, pues, que no os engañe Ezequías, ni os seduzca de este modo. No lo creáis. Porque si ningún dios de cualquier otro pueblo o reino pudo librar a su gente de mi mano ni de las manos de mis padres, ¡cuánto menos podrá libraros de mi mano vuestro Dios!'.


Los israelitas, en cambio, caminaron a pie enjuto por el lecho del mar, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda.


Estuve atento y oí: hablan como no deben nadie se arrepiente de su maldad diciendo: '¿Qué he hecho?'. Todos se precipitan en su carrera, como caballo lanzado al combate.


Increpó al mar Rojo y quedó enjuto, los guió por el abismo igual que por desierto,


Por mí mismo promulgo este decreto: en todos los dominios de mi reino teman todos y tiemblen ante el Dios de Daniel, porque él es el Dios vivo que subsiste eternamente; su reino no será destruido, y su imperio durará hasta el fin.


Ahora, pues, ya que habéis hecho todas estas cosas -oráculo de Yahveh-; y, a pesar de haberos hablado insistentemente y sin cesar, no me habéis escuchado, y, a pesar de haberos llamado, no me habéis respondido,


Yahveh secará el golfo del mar de Egipto; agitará su mano contra el Río, con el ardor de su soplo lo dividirá en siete cauces que se cruzarán con sandalias.


Extendió su mano sobre el mar, estremeció los reinos. Yahveh ordenó respecto a Canaán destruir sus fortalezas.


quien dice al abismo: 'Sécate', pues tus ríos los agoto yo;


Como a mujer abandonada y de afligido espíritu te ha llamado Yahveh; como a esposa de la juventud, a pesar de repudiada, te llama tu Dios.


Les dirás estas cosas, y no te escucharán; los llamarás y no te responderán.


¿Por qué eres como hombre azorado, como guerrero incapaz de salvarse? Tú, Yahveh, estás en medio de nosotros y sobre nosotros se invoca su nombre, ¡No nos abandones!


Se han cumplido las palabras de Jonadab, hijo de Recab, que prohibió a sus hijos beber vino, y no lo han bebido hasta hoy; pues obedecieron el mandato de su antepasado. Pero a mí, que os he hablado a su tiempo y sin cesar, no me habéis escuchado


¿Va tu enojo, Yahveh, contra los ríos? ¿Va contra los ríos tu cólera, o contra el mar tu furor, cuando cabalgas sobre tus caballos o en tus carros victoriosos?


Nadie invocaba tu nombre ni se animaba para asirse a ti; escondiste tu rostro de nosotros, nos hiciste tropezar por culpa nuestra.


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