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Isaías 43:28 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Por eso execré a los jefes del santuario, entregué a Jacob al exterminio y a Israel a los ultrajes.

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Biblia Reina Valera 1960

28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Por eso yo he avergonzado a tus sacerdotes; he decretado la destrucción total de Jacob y la vergüenza para Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 por eso, dejé botados a los jefes de mi santuario, exterminé a los hijos de Jacob y quise que mi pueblo fuera despreciado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Por tanto, Yo he deshonrado a los príncipes del Santuario, Y entregué a Jacob a la maldición, Y a Israel al vituperio.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

28 Por tanto, yo profané a los príncipes del santuario, y entregué a Jacob al anatema, y al oprobio a Israel.

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Isaías 43:28
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Los haré horror y desgracia para todos los reinos de la tierra; oprobio, proverbio, escarnio y maldición en todos los lugares adonde los habré expulsado,


Así como fuisteis maldición en las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así os libraré y seréis bendición. ¡No temáis! ¡Sean fuertes vuestras manos!'


Dejaréis vuestro nombre para imprecación de mis elegidos: '¡Que te mate el Señor Yahveh!'. Pero a mis siervos se les llamará con otro nombre.


queriendo impedirnos predicar a los gentiles para que se salven. Así colman constantemente la medida de sus pecados. Pero al final, la ira descargó de improviso sobre ellos.


Bet. Destruyó el Señor sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó, en su furor, las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra, profanó al reino con sus jefes.


Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demasía.


Nos hemos convertido en escarnio de vecinos, irrisión y ludibrio para los que nos rodean.


Yahveh estuvo pendiente de esta calamidad y la volcó sobre nosotros, porque Yahveh, nuestro Dios, es justo en todas las obras que hace, pero nosotros no escuchamos su voz'.


Serás el escarnio, el blanco de insultos, la lección y el espanto de las naciones que te rodean, cuando ejecute contra ti la sentencia con ira, furor y castigos sin piedad. Yo, Yahveh, he hablado.'


Res. Nuestro aliento vital, el ungido de Yahveh, fue atrapado en sus fosos: aquel de quien decíamos: 'A su sombra viviremos entre las naciones'.


Pero tú le has desechado y despreciado, te has airado con tu ungido,


¡Oh montes de Gelboé! ¡No caiga más sobre vosotros rocío ni lluvia, ni seáis ya campos de primicias! ¡Porque allí fue abatido el escudo de los héroes! El escudo de Saúl no sólo ungido con aceite,


Por eso la maldición devora la tierra, y expían la culpa los que la habitan; por eso disminuyen los habitantes y quedan hombres contados.


Porque está ebria mi espada en los cielos. Mirad: baja contra Edom, contra el pueblo condenado por mí al exterminio.


Todo Israel transgredió la ley y se desvió, sin querer escuchar tu voz. Por eso cayeron sobre nosotros las maldiciones y las imprecaciones escritas en la ley de Moisés siervo de Dios, porque pecamos contra Él.


Me dijo: 'Ésta es la maldición que se extiende sobre la superficie de todo el país. Porque, de aquí en adelante, y en virtud de ella, todo ladrón será quitado de en medio y, de aquí en adelante, y en virtud de ella, todo perjuro será quitado de en medio'.


Unos y otros fueron clasificados por sorteo, pues había entre ellos jefes del santuario y jefes de Dios, tanto entre los descendientes de Eleazar como entre los de Itamar.


En efecto, Dios mandó contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a filo de espada a los mejores dentro del recinto del santuario, sin perdonar a jóvenes ni a doncellas, a ancianos ni a encanecidos. Dios los entregó a todos en sus manos.


El rey de Babilonia los hizo ajusticiar y matar en Riblá, en el país de Jamat. Así fue deportado Judá, lejos de su tierra.


Cumplió las palabras que había pronunciado contra nosotros y contra los jueces que nos juzgaron, y envió sobre nosotros una calamidad tan grande como no ha habido otra igual bajo el cielo, como fue la que se verificó en Jerusalén.


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