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Isaías 42:24 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo, y a Israel a los ladrones? ¿No fue Yahveh contra quien pecamos? Pues no quisieron ir por sus caminos ni prestaron atención a su ley.

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Biblia Reina Valera 1960

24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 ¿Quién permitió que robaran e hirieran a Israel? Fue el Señor, contra quien pecamos, porque los israelitas no quisieron andar por su camino, ni quisieron obedecer su ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 ¿Quién permitió que asaltaran a Jacob, o le robaran a Israel? ¿No fue Yavé, contra quien pecamos? Pues no quisieron seguir sus caminos y despreciaron sus mandamientos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo, A Israel a los depredadores? ¿No fue acaso YHVH, contra quien pecamos, En cuyos caminos no se quería andar, Ni a cuya instrucción se daba oído?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 ¿Quién dio a Jacob por despojo, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? Y no quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.

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Isaías 42:24
29 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces el rey se enfureció y, enviando sus tropas, acabó con aquellos asesinos y les incendió la ciudad.


¿Suena la trompeta en la ciudad sin que la gente se alarme? ¿Hay en la ciudad una desgracia que no haya dispuesto Yahveh?


Sade. Justo es Yahveh, pues he sido rebelde a su palabra. Oíd, pueblos todos, ved mi dolor: mis doncellas y mis jóvenes han ido al cautiverio.


Nun. Su mano ha entretejido el pesado yugo de mis pecados: lo hace pesar sobre mi cuello, quebranta mis fuerzas. El Señor me entregó en manos de aquellos quienes yo no podía resistir.


Mirad: voy a traer contra vosotros a una nación desde lejos, ¡oh casa de Israel! -oráculo de Yahveh-; nación perenne es ésa, nación de tiempo inmemorial, nación cuya lengua no conoces ni entiendes lo que dice.


Pero ellos se rebelaron, ofendieron su santo espíritu y él se les cambió en enemigo y luchó contra ellos.


Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demasía.


Yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la felicidad y creo la desgracia. Soy yo, Yahveh, quien hace todo esto.


Que así dice el Señor Yahveh, el Santo de Israel: 'En la conversión y en la calma seréis salvados; en la quietud y en la confianza estará vuestra fuerza'. Pero no quisisteis,


En efecto, Dios mandó contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a filo de espada a los mejores dentro del recinto del santuario, sin perdonar a jóvenes ni a doncellas, a ancianos ni a encanecidos. Dios los entregó a todos en sus manos.


Combatirán entre sí pueblos contra pueblos, ciudades contra ciudades, por que Dios los conturbará con toda suerte de calamidades.


Encendióse la ira de Yahveh contra Israel y los entregó en manos de los filisteos y de los amonitas,


La ira de Yahveh se encendió contra Israel, y los entregó en manos de Cusán Risatáin, rey de Aram Naharáin. Los israelitas estuvieron sometidos a Cusán Risatáin durante ocho años.


La cólera de Yahveh se encendió contra Israel y los entregó en manos de salteadores, que los saquearon, y los dejó vendidos a sus enemigos de alrededor, sin que pudieran ellos resistir a sus enemigos.


¿Cómo un solo hombre puede perseguir a un millar, y dos poner en fuga a diez millares, si no es porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh se los ha entregado?


Yahveh traerá contra ti, desde lejos, desde los confines de la tierra, como águila que se cierne, a un pueblo, a un pueblo cuya lengua no entenderás,


Entonces los arrojé en su propia obstinación, que caminaran según sus caprichos.


¿Quién de vosotros oye esto, atiende y escucha para el futuro?


¡Ah, si hubieras atendido a mis preceptos! Tu paz habría sido como un río y tu justicia como las olas del mar;


Por su pecado de avaricia me enojé, lo herí, escondiéndome, enojado; él seguía obstinado su camino preferido;


El Señor entregó en sus manos a Joaquín, rey de Judá, y parte de los objetos de la casa de Dios. Los llevó a la tierra de Senaar, al templo de sus dioses, y puso los objetos en el tesoro del templo de sus dioses.


Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer.


Hasta el día de hoy no se han arrepentido ni han temido ni han caminado según mi ley y mis normas, las que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres'.


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