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Hechos 8:39 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y no volvió a verlo el eunuco, que siguió su camino lleno de alegría.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el eunuco no lo vio más, pero prosiguió gozoso su camino.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

39 Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y gozoso, siguió su camino.

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Hechos 8:39
29 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y sucederá que, cuando yo me aleje de ti, el espíritu de Yahveh te llevará adonde yo no sepa; y después que yo se lo haya anunciado a Ajab, él no te encontrará, y entonces me matará, a pesar de que tu siervo teme a Yahveh desde su juventud.


Luego le dijeron: 'Mira, entre tus siervos hay cincuenta hombres valerosos; deja que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahveh lo haya tomado y lo haya arrojado en algún monte o algún valle'. Él les respondió: '¡No los enviéis!'.


El espíritu me levantó y me llevó en visión, por el espíritu de Dios, en dirección a Caldea, a los deportados, y así desapareció de mi vista la visión que había tenido.


Alargó una especie de mano y me asió por un mechón de los pelos de la cabeza; entonces el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que mira al norte, donde estaba el emplazamiento del ídolo del celo que provoca los celos.


el espíritu me elevó, me llevó al atrio exterior, y he aquí que la gloria de Yahveh llenaba el templo.


El espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental del templo de Yahveh, la que mira a oriente. Y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Yazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo.


En el momento de salir del agua vio los cielos abiertos y al Espíritu que, como una paloma, descendía sobre él.


Pues la verdadera circuncisión somos nosotros, los que practicamos el culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne,


Pero ahora os jactáis de vuestras fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala.


Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito: estad alegres.


mediante el cual hemos obtenido [por la fe] incluso el acceso a esta gracia, en la que nos mantenemos firmes, nos sentimos gozosamente seguros en la esperanza de la gloria de Dios.


mientras los discípulos quedaban llenos de gozo y de Espíritu Santo.


Con esto hubo una gran alegría en aquella ciudad.


El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo. Un hombre lo encuentra y lo vuelve a esconder. Y se va lleno de alegría, vende cuanto tiene y compra el campo aquel.


Apenas bautizado Jesús, salió en seguida del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios descender, como una paloma, y venir sobre él,


Con inmenso gozo me gozaré en Yahveh; exulta mi alma en mi Dios, pues me vistió con ropas de salvación, con manto de justicia me cubrió, como el novio se coloca la corona y como la novia se adorna con sus joyas.


Mi heredad serán por siempre tus avisos, ellos son la alegría de mi alma.


En seguir tus avisos tengo gozo, más que en toda riqueza.


Los subió a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.


La mano de Yahveh se posó sobre mí. Yahveh me sacó fuera en espíritu y me dejó en medio de una llanura que estaba llena de huesos.


Dijo el Espíritu a Felipe: 'Avanza y pégate a ese carro'.


Mandó, pues, parar el carro, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.


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