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Hechos 20:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Congregados el primer día de la semana para partir el pan, Pablo, que tenía la intención de marchar al día siguiente, se puso a hablarles, y alargó la plática hasta la media noche.

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Biblia Reina Valera 1960

7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 El primer día de la semana, nos reunimos con los creyentes locales para participar de la Cena del Señor. Pablo les estaba predicando y, como iba a viajar el día siguiente, siguió hablando hasta la medianoche.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan, y Pablo, que debía irse al día siguiente, comenzó a conversar con ellos. Pero su discurso se alargó hasta la medianoche.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 En el primer día° de la semana,° reunidos para partir el pan,° Pablo les hablaba, disponiéndose a salir al día siguiente; y prolongó el mensaje hasta media noche.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y el primer día de la semana, reuniéndose los discípulos para partir el pan, Pablo les predicaba; y habiendo de partir al día siguiente, alargó su discurso hasta la media noche.

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Hechos 20:7
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte lo que buenamente haya podido ahorrar, de modo que no se tengan que hacer las colectas precisamente cuando yo vaya.


Se atenían con constancia a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.


Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, y estando bien cerradas, por miedo de los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, llegó Jesús, se pone delante y les dice: 'Paz a vosotros'.


El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena va al sepulcro y ve quitada de él la losa.


Fui arrebatado en espíritu, el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,


Subió de nuevo, partió el pan, lo comió, continuó platicando bastante más hasta el alba y, por fin, se fue.


Fijáronle fecha y vinieron en mayor número adonde se hospedaba. Él les exponía el reino de Dios, dando solemne testimonio de él y tratando de persuadirles sobre Jesús, a partir de la ley de Moisés y de los profetas, desde la mañana hasta por la tarde.


Un muchacho de nombre Eutiques estaba sentado sobre la ventana y se iba adormilando a medida que Pablo prolongaba su discurso, hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso abajo y lo recogieron ya muerto.


Entonces ellos refirieron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, no precisamente yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.


La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?


Así, pues, vigilad, recordando que, a lo largo de tres años, ni de noche ni de día cesé de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.


Acudían diariamente al templo con perseverancia y animados por un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón;


Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y Tomás con ellos. Estando bien cerradas las puertas, llega Jesús, se pone delante y les dice: 'Paz a vosotros'.


Luego tomó pan y, después de recitar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: 'Esto es mi cuerpo, [que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía'.


En pie, cada uno en su sitio, oyeron la lectura del libro de la ley de Yahveh, su Dios, durante una cuarta parte del día. Durante otra cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a Yahveh, su Dios.


Desde el alba hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro en la plaza que hay delante de la puerta de las Aguas en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo tenía los oídos atentos al libro de la ley.


Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, increpa, exhorta, con toda comprensión y sin cejar en la enseñanza.


Habiendo resucitado al amanecer, en el primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios.


En cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a evangelizarlos.


Éstos se adelantaron y nos esperaban en Tróade.


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