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Hechos 12:23 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Pero en aquel mismo instante lo hirió un ángel del Señor, por no haber dado gloria a Dios; y, comido de gusanos, expiró.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Al instante, un ángel del Señor hirió a Herodes con una enfermedad, porque él aceptó la adoración de la gente en lugar de darle la gloria a Dios. Así que murió carcomido por gusanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Pero de repente lo hirió el ángel del Señor por no haber devuelto a Dios el honor, y empezó a llenarse de gusanos que lo comían, hasta que murió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y al instante (porque no dio la gloria a Dios) un ángel del Señor lo hirió y expiró comido de gusanos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Y al instante el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

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Hechos 12:23
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el que se rebela y se alza contra todo lo que lleva nombre de Dios o es objeto de culto, y llegará incluso a sentarse en el templo de Dios y a proclamarse Dios...


No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tus mercedes y tu lealtad.


Pasados unos diez días, Yahveh hirió de muerte a Nabal, que falleció.


'Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro. Así dice el Señor Yahveh: Tu corazón se ha envanecido y dices: 'Soy un dios, morada de dioses ocupo en el corazón de los mares' -cuando sólo eres un hombre y no un dios, aunque al corazón de Dios equiparas tu corazón-.


Y cuando salgan, verán los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí, pues no morirá su gusano, ni se extinguirá su fuego, y serán un horror para todo mortal.


Pues como a un vestido se los comerá la polilla, y como a la lana se los comerá la tiña; pero mi justicia por siempre estará, y mi salvación por los siglos de los siglos.


Al filo de la medianoche, hirió Yahveh a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón, que se había de sentar en su trono, hasta el primogénito del preso que estaba en la cárcel, y a los primogénitos de todos los animales.


¿Podrás decir ante tus verdugos: 'Soy un dios' -siendo como eres un hombre y no un dios-?


¿A quién has escarnecido y ultrajado? ¿Contra quién elevaste la voz y alzaste, insolente, los ojos? ¡Contra el Santo de Israel!


¡Tu orgullo ha sido derribado al seol, al sonido de tus arpas!'. Debajo de ti se extiende podredumbre, tu cobertor es gusanera.


Y aún con mi piel así destruida yo mismo veré a Dios.


Gusanos y costras cubren mi carne, mi piel se agrieta y supura.


Y Yahveh envió un ángel que exterminó a todos los guerreros valientes, a los príncipes y a los jefes del campamento del rey de Asiria, que tuvo que volverse a su tierra con el rostro cubierto de vergüenza. Y allí, al entrar en el templo de su dios, sus propios hijos lo mataron a filo de espada.


Aquella misma noche salió el ángel de Yahveh y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron por la mañana, vieron que no había más que cadáveres.


Cuando Yahveh pase para herir a los egipcios y vea la sangre sobre el dintel y sobre las dos jambas, pasará de largo ante aquella puerta y no dejará que el exterminador entre en vuestras casas para herir.


Esa noche pasaré yo por el país de Egipto y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombres como de animales, y me tomaré la justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, Yahveh.


Moisés y Aarón fueron al Faraón y le dijeron: 'Así habla Yahveh, Dios de los hebreos: '¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.'


Tú te opones todavía a mi pueblo y no lo dejas partir.


Pero, durante la noche, un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel, los sacó y les dijo:


El pueblo clamaba: 'Voz de un dios y no de un hombre es ésta'.


Según su prudencia es estimado el hombre; el de perverso corazón cae en el desprecio.


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