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Habacuc 2:19 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¡Ay de quien dice al leño: 'Despierta', a una piedra silenciosa: 'Levántate!'. ¿Responderán acaso? Mirad: está revestido de oro y plata, pero no hay en él señal de vida.

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Biblia Reina Valera 1960

19 ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 ¡Qué aflicción te espera a ti que les dices a ídolos de madera: “Despierten y sálvennos!”. A imágenes de piedra, mudas, dices: “¡Levántense y enséñennos!”. ¿Podrá un ídolo decirte qué hacer? Aunque estén recubiertos de oro y plata, por dentro no tienen vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Ay del que dice a un palo: '¡Despierta!', y a una piedra muda: '¡Levántate!' ¿Puede dar alguna respuesta? Por más que esté cubierta de oro y plata, no abriga ningún espíritu.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ° ¡Ay del que dice al leño: Despierta, y a la piedra muda: Levántate! ¿Acaso ésta puede enseñar? He aquí está recubierto de oro y plata, pero no hay espíritu en él.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 ¡Ay del que dice al palo; Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí él está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él.

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Habacuc 2:19
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

tienen oídos y no oyen, ni hay siquiera en su boca algo de aliento.


Con plata y con oro se la adorna: Con clavos y a martillazos los sujetan, para que no se tambaleen.


con plata laminada, importada de Tarsis, y con oro de Ufaz. Obra del artífice y de las manos del orfebre, su vestido es de púrpura y jacinto; todos ellos productos de artesanos.


La mujer estaba vestida de púrpura y grana, con aderezos de oro, piedras preciosas y perlas. Sostenía en la mano una copa de oro, llena de abominaciones y de las impurezas de su fornicación.


Siendo, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad pueda ser semejante al oro, a la plata o a la piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano.


Te has alzado contra el Señor del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Pues pecamos y procedimos inicuamente, alejándonos de ti, delinquimos en todo y no escuchamos tus preceptos;


Pero en el caso de que no lo haga, has de saber, ¡oh rey!, que ni aun entonces veneraremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido'.


Por eso, cuando todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor.


El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura por seis codos de anchura y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.


Por eso, mirad que vienen días en que castigaré a los ídolos de Babel. Todo su país estará abochornado, y en medio de él yacerán todos sus muertos.


Todo hombre se queda entontecido, sin conocimiento; avergonzado de su ídolo todo orfebre, porque su estatua fundida es un engaño: no tienen vida,


Los que malgastan el oro de la bolsa y la plata en la balanza sopesan, contratan a un orfebre que haga con ello un dios, ante él se inclinan, se postran,


El resto lo convierte en un dios, en su ídolo que luego venera, que lo adora y le ruega diciendo: 'Sálvame, que eres mi dios'.


El ídolo lo funde el artesano, el orfebre con oro lo recubre y con cadenillas de plata lo asegura.


Sonrójanse los que adoran simulacros, los que cifran su gloria en falsos dioses: ante él los dioses todos se prosternan.


Los marineros se asustaron y cada uno invocaba a su dios, mientras arrojaban al mar el cargamento de la embarcación, a fin de aligerarla. Jonás, entre tanto, había bajado a la bodega de la nave y dormía profundamente.


Los dioses de las gentes son plata y oro, hechura de la mano de los hombres:


Los muertos no reviven, las sombras no se levantan; tú los castigaste y los aniquilaste, borraste todo su recuerdo.


¿Quién lo anunció desde el principio para que lo sepamos, o desde tiempo inmemorial para que digamos: '¡Exacto!'? Nadie en absoluto lo anunció, nadie en absoluto lo declaró, nadie en absoluto oyó vuestras palabras.


En los guijarros del torrente tengas tu herencia: ellos, ellos sean tu porción; sobre ellos derramaste libaciones, les ofreciste oblación. ¿Voy a compadecerme por esto?


que dicen al leño: 'Mi padre eres tú', y a la piedra: 'Tú me has dado a luz', mientras a mí me dan la espalda y no la cara. Pero cuando las cosas se tuercen dicen: '¡Levántate y sálvanos!'.


¿Dónde están tus dioses, los que te fabricaste? ¡Que se levanten, a ver si te salvan en el tiempo de tu desgracia! Pues cuantas son tus ciudades, tantos son tus dioses, Judá.


Porque los dioses de los pueblos son vanidad: madera que se corta en el bosque con el hacha, labrada por las manos del artífice.


Todo hombre se queda entontecido, sin conocimiento, avergonzado de su ídolo todo orfebre, porque su estatua fundida es un engaño: no tienen vida,


Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.


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