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Ezequiel 3:26 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Y haré que tu lengua se pegue al paladar, de modo que quedarás mudo y no serás para ellos un censor, porque son raza rebelde.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Haré que la lengua se te pegue al paladar para que quedes mudo y no puedas reprenderlos, porque son rebeldes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Hago que tu lengua se pegue a tu paladar: estás mudo y dejas de reprocharlos porque son una raza de rebeldes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Y Yo haré que la lengua se pegue a tu paladar, y quedarás mudo, y no serás para ellos como un varón que reprende, porque son casa rebelde.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

26 Y haré que tu lengua se pegue a tu paladar, y estarás mudo, y no serás para ellos varón que reprende; porque son una casa rebelde.

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Ezequiel 3:26
18 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Ese día se te abrirá la boca para hablar con el fugitivo; hablarás y ya no volverás a estar mudo. Así serás para ellos un símbolo, y sabrán que yo soy Yahveh.'


que se pegue mi lengua al paladar, si de ti no me acordara, si a Jerusalén yo no pusiera por colmo de mis gozos.


Mostraré a los pecadores tus caminos, y volverán a ti los descarriados.


odian al testigo en el juicio y detestan al que habla rectamente!


Efraín está aliado con los ídolos, se tiende


Tet. Se hundieron en tierra sus puertas; Él rompió y quebró sus cerrojos. Su rey y sus príncipes están entre gentiles; ya no hay ley. Tampoco sus profetas reciben visión de Yahveh.


Así pues, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que te mando. No tengas miedo ante ellos, no sea que yo te haga temerlos.


Escucha, cielo; atiende, tierra que habla Yahveh: hijos crié y eduqué, y ellos se rebelaron contra mí.


Ahora bien, la mano de Yahveh había venido sobre mí por la tarde, antes de que llegara el fugitivo, y abrió mi boca por la mañana, antes de que se presentara el fugitivo. Se me abrió la boca y ya no volví a estar mudo.


Al decirme estas palabras, incliné mi rostro a tierra y enmudecí.


Pero que nadie acuse y nadie reproche. Contra ti me querello, sacerdote:


'Hijo de hombre, estás viviendo entre gente rebelde, que tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, pues son gente rebelde.


En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje de destierro de día, ante sus ojos, y marcha, ante sus ojos, como un desterrado del lugar donde estás a otro lugar; quizá reconozcan que son gente rebelde.


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